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jueves, 29 de enero de 2015

CRITERIOS PARA UNA BUENA ARQUITECTURA V: SOSTENIBILIDAD Y SUSTENTABILIDAD



Últimamente se percibe cierta confusión, no sin motivo, en cuanto a estos conceptos "de moda" en el discurso proyectual y constructivo, motivo por el que viene al caso que reflexionemos sobre ello. Estamos hablando de conceptos en auge que conviene integrar en nuestra manera de pensar, digamos que se trata de un nuevo programa que hay que instalar correctamente para evitar continuos errores en su aplicación posterior. Veamos un posible planteamiento. Existen en el mercado diferentes corporaciones o colectivos implicados en la certificación de edificios sostenibles que, si bien establecen unas pautas que permiten evaluar y prever un impacto menos perjudicial de los edificios en el medio ambiente que aquellos otros que no los consideran, limitan los criterios de sostenibilidad a aspectos parciales y no contemplan otros muchos igualmente importantes, con lo que quedan distorsionados o limitados estos conceptos por un uso tan particularizado. No estoy criticando los métodos ni sus resultados pero sí me atrevo a afirmar que son incompletos y que los promotores que se apoyan en sus garantías, como argumento para generar un impacto positivo de su imagen en el mercado, dejan de lado aspectos de sostenibilidad no menos importantes y vitales para los propios usuarios. Es decir, debemos entender que la sostenibilidad empieza por uno mismo y que el aspecto ecológico más importante a defender cuando diseñamos y construimos un edificio es la biología de los organismos humanos que va a ocupar y usar el mismo, cosa que no está contemplada por los certificados de edificación sostenible ya que estos se limitan al estudio del impacto ambiental hacia fuera y no hacia dentro.


Para poder abordar este asunto, en primer lugar, vamos a estudiar el significado de estos conceptos. El término "sostenibile" tiene que ver con algo que se mantiene en el tiempo. Por tanto, la sostenibilidad está relacionado con el equilibrio en el empleo de los recursos (materiales) que permite la permanencia de un proceso de forma indefinida, por supuesto, mientras se mantengan las condiciones del entorno en que éste se desarrolle. Lo "sustentable" guarda relación con la capacidad de soportar, aguantar, proporcionar fundamento, todo lo cual implica una acción intencionada de apoyo para conseguir la estabilidad. Bajo mi criterio, la naturaleza es sostenible en sí misma, mantiene el equilibrio sin ningún esfuerzo, mientras que hacer un proceso sustentable implica una acción consciente de apoyo, si bien el objetivo de ambos es la durabilidad de aquello en lo que están implicadas y, en este aspecto, son términos ambivalentes. Esta durabilidad o permanencia en el tiempo de los procesos es una condición para que se desarrolle la vida y pueda evolucionar. Ahora bien, si estudiamos la naturaleza como maestra de la sostenibilidad veremos de qué forma gestiona el concepto y comprobaremos que ¡lo hace al revés que nosotros! Cada individuo de cada especie del planeta actúa para ocupar su lugar (el mejor posible), defender su espacio, protegerse, obtener los recursos que necesita y no más, reproducirse y cooperar con otros de su especie en la medida que se requiera para la supervivencia y mantener su entorno en las condiciones que garantizan su propia sostenibilidad y, sin embargo, llevan millones de años evolucionando, siendo sostenibles sin preocuparse de ello. Somos seres biológicos igual que otras especies y debemos hecer una profunda reflexión sobre este hecho porque, en ello, hayaremos referencias con fundamento.


De momento, tanto la sostenibilidad como la sutentabilidad no son ideas abstractas sino que están referidas a "algo". Por tanto, decir que un edificio es sostenible es lo mismo que no decir nada. ¿sostenible en qué? ¿sostenible para qué? ¿sostenible cómo? Si no identificamos qué aspecto concierne a la sostenibilidad o a qué nos referimos exactamente entramos en el terreno de la demagogia y la generalidad. Mi mejor definición de sustentabilidad y sostenibilidad es la que se identifica con la cualidad de una intervención que respeta el equilibrio natural de las cosas, cosa que no ocurre en ninguno de los casos en los que, pretenciosamente, se aplican estos atributos a las acciones del hombre. Para entender de forma idónea el concepto de sostenibilidad es preciso integrar otro término aplicado a la biología, que es el de HOMEOSTÁSIS. Según wikipedia,

La homeostasis (del griego homos (ὅμος), ‘similar’,1 y stasis (στάσις), ‘estado’, ‘estabilidad’)2 es una propiedad de los organismos vivos que consiste en su capacidad de mantener una condición interna estable compensando los cambios en su entorno mediante el intercambio regulado de materia y energía con el exterior (metabolismo). Se trata de una forma de equilibrio dinámico que se hace posible gracias a una red de sistemas de control realimentados que constituyen los mecanismos de autorregulación de los seres vivos. Ejemplos de homeostasis son la regulación de la temperatura y el balance entre acidez y alcalinidad (pH).
El concepto fue aplicado por Walter Cannon en 1926,3 en 19294 y en 1932,5 6 para referirse al concepto de medio interno (milieu intérieur), publicado en 1865 por Claude Bernard, considerado a menudo el padre de la fisiología.
Tradicionalmente se ha aplicado en biología pero, dado el hecho de que no solo lo biológico es capaz de cumplir con esta definición, otras ciencias y técnicas han adoptado también este término.7

Podemos considerar la homeostásis como una especie de sostenibilidad endógena que, aún así, no elude su compromiso con el entorno. ¿porqué es importante esta terminología? Porque procede de la biología y del estudio de las propias leyes de la naturaleza, porque la naturaleza es el espejo y el modelo más eficaz para la aplicación de criterios de sostenibilidad y sustentabilidad. Digamos que la naturaleza es el experto por excelencia en este campo.

Si bien las tesis darwinanas son una de las causas del actual estancamiento mental de la comunidad científica y, consecuentemente, de la persistencia del obsoleto modelo de pesamiento dominante, Charles Darwin fué un hombre profundamente comprometido y reflexivo que, aunque desafortunadamente equivocado en algunas de sus conclusiones teóricas, realizó importantes observaciones prácticas y estadísticamente convincentes que no podemos obviar pues se fundamentan en la realidad y no en la especulación. Pues bien, el señor Darwin observó que las especies que mayores posibilidades de prosperar y sobrevivir tenían eran aquellas más adaptables a los cambios. En un mundo con condiciones cambiantes, es la adaptabilidad ( no la fuerza, el poder o cualquier otra cualidad que se pueda acaparar o acumular), la que determina la supervivencia o sustentabilidad de una especie. Es decir, en un contexto dinámico las condiciones de sostenibilidad y sustentabilidad deben ser, asimismo, dinámicas.



Otra cuestión sobre la que debemos reflexionar cuando hablamos de sustentabilidad y sostenibilidad, es la de determinar qué sujetos están implicados en estos conceptos. Si entendemos que el universo funciona como un todo, y nuestro pequeño universo terrestre no es una excepción, donde cada parte está relacionada tal como estudia la Teoría de Sistemas ¿podemos, en realidad, aislar un elemento y reducir el concepto a un único aspecto del mismo? La respuesta es, rotundamente, NO. Por tanto, ya contamos con un segundo aspecto a considerar en nuestro análisis de la sostenibilidad y sustentabilidad, la interdependencia de todos los campos afectados.


Por otra parte, y este es el componente al que menos atención se presta normalmente, es importante determinar, en un conjunto donde todo está relacionado, cual es el criterio de prioridad ya que la atención a un aspecto puede hacernos perder el foco en los demás y fracasar en nuestras pretensiones de sostenibilidad, dado que todo está relacionado entre sí. La evolución de las especies se determina al establecer los criterios de prioridad a la hora de adaptarse al medio, de modo que un anfibio no tiene los mismos criterios que un mamífero y así sucesivamente. Las prioridades implican elección y la elección requiere conciencia, ya sea individual o de grupo. Sin elección no hay evolución. Por tanto, a todo lo que existe en el universo corresponde un determinado nivel de conciencia ya que, de lo contrario, la evolución sería imposible. Cada especie es sustentable en función de sus propios criterios de prioridad que están necesariamente subordinados a los que se establecen en su nivel superior pues, de lo contrario, su proceso evolutivo se vería detenido al entrar en conflicto con un sistema con mayor poder de intervención. Así, la célula tiene más restringida su capacidad de evolución al encontrarse en un sistema homeostático en equilibrio que requiere poca adaptación y está subordinado a un órgano concreto y éste a un indivíduo. El organismo vivo del indivíduo está subordinado en sus actuaciones al organismo colectivo de su especie y esta a la de su entorno. Es en el momento en que las condiciones del entorno cambian o se requiere una nueva habilidad, estadísticamente hablando, cuando la especie genera una mutación colectiva que deviene en un cambio evolutivo. Aquí se equivocaba Darwin. Nada de azar, nada de espontaneidad, nada de prueba y error a la hora de generar cambios evolutivos.


Pero, para establecer un criterio de prioridad, primero necesitamos determinar los factores o campos más importantes que vamos a considerar en nuestra evaluación sobre sostenibilidad y sustentabilidad. Por ejemplo, si hablamos de sostenibilidad ambiental ¿de qué estamos hablando en realidad? ¿qué es el medio ambiente? ¿qué lo constituye? ¿formamos parte de él o estamos excluidos los seres humanos del medio ambiente? y, si formamos parte del medio ambiente ¿cual es el criterio de prioridad que aplicaremos? Es evidente que el planeta sería más sustentable sin nuestra "ayuda" pero también es cierto que el planeta no tiene sentido de ser sin la existencia de vida inteligente o conciencia superior (aunque bastante subdesarrollada, en nuestro caso) que intente comprender cuál es su lugar en el universo, es pura física cuántica. Por tanto, estamos abocados a encontrar el punto justo de equilibrio y eso es, para mí, sostenibilidad y sustentabilidad.




Finalmente, para poder elegir los factores a considerar y determinar los criterios de prioridad a aplicar es imprescindible conocer cuales son los factores que intervienen, su interrelación y funcionamiento, es decir, hemos de determinar su forma o expresión física, su comportamiento o modo operativo y su función o finalidad dentro del ecosistema que estamos estudiando. Al tratarse de un asunto complejo, es absurdo reducirlo a parámetros como, por ejemplo, la huella de carbono, el ciclo de vida de un producto, el tipo de combustible que empleamos para producir energía ó la cantidad consumida de ésta, si bien todos estos factores son importantes, ya que no dejan de ser parámetros racionales aislados y ya sabemos que no se pueden aislar. Por tanto ¿qué conocemos del funcionamiento de la naturaleza y de nuestra propia naturaleza que nos permita evaluar los factores a considerar, sus relaciones y funcionamiento para determinar el orden de su jerarquía y establecer los criterios de su análisis? Esta es la pregunta y la respuesta es, bastante poco y, además, por la vía de análisis impuesta por el paradigma positivo y materialista dominante, difícilmente se alcanzará una comprensión suficiente que permita establecer parámetros fiables. No podemos reducir la naturaleza a una tabla de cálculo o un programa de ordenador. Es una pretensión inútil.



Existen condiciones de partida, tanto a nivel de planeamiento urbanístico como de proyecto concreto y local de edificación que deben ser consideradas desde esta perspectiva de sostenibilidad conjunta que planteamos en ARQUITECTURA INTEGRATIVA. Es necesario establecer simultáneamente una sostenibilidad hacia dentro o endógena y hacia fuera o exógena, es decir, una sostenibilidad ecológica, ya que este concepto integra el aspecto biológico y relacional del sujeto con el medio ambiente en toda su extensión y no únicamente en cuanto al producto o impacto de sus acciones.


Las pistas para conseguir este equilibrio dentro/fuera lo encontraremos en la propia naturaleza, si tenemos humildad, paciencia, curiosidad y capacidad de observación, así como estudiando las civilizaciones antiguas y los principios que sustentaban sus colosales obras de arquitectura. A grandes rasgos, uno de los factores más importantes a estudiar son las condiciones bióticas del lugar, en la forma que se contemplan en disciplinas tales como la moderna geobiología o el earthing, por un lado, o los milenarios Feng Shui o Vastu Sastra, por otro, y que tienen que ver con las cualidades energéticas más propicias para la biología humana. Existen otros factores determinantes e influyentes en diferentes niveles que interactúan a nivel energético y son más complejos y difíciles de dominar por requerir destrezas personales y entrenamiento especiales, así como por la escasa ó ausente documentación escrita que permita una divulgación abierta de su conocimiento. Me refiero a cuestiones como las emisiones u ondas de forma, la geometría, la luz, el sonido, las energías remanentes, los símbolos, la astrología, la numerolología y otros aspectos, muchos de los cuales han sido patrimonio exclusivo de las Escuelas de Misterios y la Masonería desde la remota antigüedad, al alcance exclusivo de iniciados y transmitidas oralmente de Maestro a discípulo.



Personalmente, esto último constituye una materia de máximo interés, por lo que investigo y experimento con ello e iré publicando lo más relevante. No en vano gran parte de este conocimiento se incluia en los estudio académicos que subsistieron hasta el medievo y que pretendían abarcar los campos del conocimiento humano científico, como es el caso del famoso Quadrivium, compuesto por las materias de Aritmética, Geometría (por ejemplo, sabemos que hay geometrías sustentables y otras que no lo son), Astrología y Música, si bien existían diferentes niveles de conocimiento y comprensión y los niveles que nos interesan solo estaban al alcance de iniciados y Maestros, los mismos que diseñaron y construyeron las magníficas obras que aún hoy no comprendemos del todo. Si nos remontamos al antiguo Egipto, aún nos preguntamos cómo hace 6.000 años pudieron tallar, mover desde una cantera a más de 40 km y colocar con precisión milimétrica piedras enterizas de 2000 Tn, cosa que hoy en día con nuestra tecnología del siglo XXI siquiera imaginamos poder conseguir. Esto viene a enseñarnos el profundo respeto con que debemos abordar esta investigación y entender las razones de que el poder que proporciona este conocimiento no pueda estar al alcance de cualquiera. Debemos llegar a la conclusión, en cualquier caso, que el principal objeto de la sostenibilidad es el ser humano para cuyo uso se destina la arquitectura y no dar por supuesto que la arquitectura cumple este cometido porque esto no ocurre en el 99% de los casos (y me quedo corto). Establezcamos como criterio de prioridad la sostenibilidad endógena y, a continuación, la sostenibilidad ecológica. Para nuestra sorpresa, descubriremos que lo primero nos lleva invariablemente a lo segundo, si se entiende correctamente, es decir, naturalmente.


Para no desviarnos mucho y continuando con la exposición anterior. Otro aspecto esencial a considerar en cuanto a sostenibilidad que debemos aprender de la naturaleza es el de emplear los recursos mínimos e indispensables necesarios para cumplir una función determinada ¿por qué? por que la naturaleza es eficiente y no gasta más de lo necesario, por eso hace las cosas sin esfuerzo. Por tanto cualquier actuación que requiera un excesivo coste de energía, bien en producción, bien en transporte o montaje, estará contraindicada si perseguimos la sostenibilidad. Asímismo, la producción y gestión de los recursos, como los materiales, la energía y el agua, y su reintegración al medio debería ser los más local posible si pretendemos ser sostenibles, etc. se trata de muchos aspectos que nos alejan de los procesos industriales masivos y que, por tanto, no están contemplados por los certificadores, pues se quedarían sin clientela. Ahora bien, lo que no debemos aceptar, en mi modesta opinión, es que se nos venda como sostenible algo que no es tal cosa o que solo aborda aspectos parciales eludiendo cuestiones esenciales.

Si atendemos a nuestro criterio de validación de la buena arquitectura (Si el entorno humano resultante de la actividad arquitectónica es favorable, entonces, la arquitectura es buena) entonces deduciremos que ésta debe ser sustentable y sostenible, tanto interna como externamente para que dichos términos tengan sentido. Si damos valor al impacto de la arquitectura, entendamos que éste se refiere a un complejo interactivo de campos y funciones que es necesario comprender y que no puede reducirse a simples parámetros aislados. Sólo la naturaleza ofrece modelos de auténtica sostenibilidad y en ellos debe fundamentarse cualquier análisis.