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lunes, 24 de diciembre de 2012

CRITERIOS PARA UNA BUENA ARQUITECTURA I

Si consideramos la capacidad de condicionamiento de la Arquitectura sobre la forma en que nos desenvolvemos en sociedad, la calidad de nuestras vidas y la manera en que nos relacionamos con el entorno, será obligado asumir la enorme responsabilidad que pesa sobre la profesión del arquitecto. No se trata de una responsabilidad política o de estamentos jurídicos, tecnológicos o industriales... los verdaderos interlocutores entre el producto edificado y el usuario somos siempre los arquitectos y tambien, casi siempre, los que diseñamos las ciudades, por tanto, somos los más directos responsables de los efectos que la arquitectura produce. Pero, tomémoslo con humor.


Toda propuesta de normalización o legislación iniciada por los diferentes actores interesados en el proceso de la edificación pasa, en algún momento, por la mesa del arquitecto en relación con el contenido arquitectónico, si es que existe, por tanto, la urgencia de criterios básicos con los que evaluar cualquier intervención arquitectónica se demuestra imprescindible... pero, entonces, ¿cuales son estos criterios? ¿existen acaso? ¿alguien los escribió ó, por el contrario, no son más que vagos conceptos de consenso colectivo, sobreentendidos en el mejor de los casos? y ¿cómo es posible que algo de tal importancia no se enseñe en las escuelas en primero de carrera? ¿Como es posible que existan tantas reglas, normas y legislaciones que establecen parámetros y límites, condiciones y medidas en cuanto a lo accesorio de la Arquitectura sin que exista un solo criterio respecto de lo esencial?


En fin, tal vez tengamos alguna excusa por ignorantes. Se atribuye a Sócrates aquello que dice, de sabios es errar, más de necios persistir en el error. En cualquier caso, negar la evidencia también es un atributo de la idiotez mas absoluta o, como diría J.A. Marina de manera más sutil, de la inteligencia fracasada.


Ya es hora de plantear unos criterios de validación simples, al tiempo que prácticos, para las propuestas arquitectónicas futuras y, aunque no me compete a mí establecerlos, sí me atrevo a plantear algunas líneas sobre las que, a mi criterio, debe gravitar esta labor que encomiendo a mentes más preparadas. Para ello, creo que sería bueno preguntarse que características son exigibles a una buena arquitectura, aparte de su estabilidad, resistencia y solidez  que, como a los militares el valor, ya se le suponen. Cambiemos ligeramente el punto de encaje, como llamaba Carlos Castaneda a la facultad del Nagual para disponer su conciencia en nueva perspectiva, expandámonos, seamos capaces de observar, de ver y no simplemente mirar sin intención.


Corolario. Lo bueno es difícil de mejorar, pero lo malo siempre puede empeorar.

Tal vez, deberíamos preguntarnos primero ¿Qué es la Arquitectura?

Según Wikipedia, que es una fuente estadísticamente aceptable aunque cualquier otra serviría al caso, Arquitectura es el arte y la técnica de proyectar y diseñar edificios, otras estructuras y espacios que forman el entorno humano. Es decir, se trata de una habilidad, oficio o capacidad relacionados con la acción de concebir y materializar el entorno humano... Por tanto, ya tenemos un criterio de discernimiento objetivo, es decir, si el ENTORNO HUMANO resultante de la actividad arquitectónica es evaluable, en función de algunos parámetros medibles, la Arquitectura también lo será. En realidad, los críticos de arquitectura llevan siglos elaborando teorías, ideas y filosofías cuando, en mi modesto parecer, la cuestión es mucho más sencilla.


  • Primer y único criterio. Si el entorno humano resultante de la actividad arquitectónica es favorable, entonces, la arquitectura es buena y, si no es así, la arquitectura es mala o, mejor dicho, no es arquitectura en absoluto al fallar la premisa mayor ( ya que entendemos que el objetivo siempre debe ser favorable al ser humano y no al contrario ).
Ahora bien, ¿cómo podemos valorar si el entorno humano es favorable o desfavorable? En primer lugar debemos entender lo siguiente.
Todas las personas tenemos un sentido instintivo global para pecibir si el entorno nos es favorable o perjudicial. Se trata de un sentido físico, no intelectual en absoluto, que determina si nuestra parte física se encuentra favorecida o desfavorecida en la relación con el ambiente que le rodea. El componente más denso del ser humano tiene dos partes complementarias una material u orgánica y una energética o electromagnética que interacciona con la primera y gestiona, entre otras cosas, el flujo de información en el cuerpo. Este sentido global se organiza en la parte inferior del cuerpo, corresponde a los tres chakras inferiores y se manifiesta a través de la activación de las glándulas asociadas (gónadas u ovarios, suprarenales y páncreas). A pesar de que el nivel de sensibilidad varía de unos seres humanos a otros los criterios relativos a este nivel son bastante estandarizables.


Por otra parte, los seres humanos, tenemos una percepción de segundo nivel o emocional, que nos permite valorar, entre otras cosas, propiedades estéticas. Este sentido de percepción que nos relaciona con cualidades subjetivas del entorno tampoco es intelectual, al igual que el primero, se organiza a través del centro emocional en el plexo solar, coincidente con el cuarto chakra, y se manifiesta físicamente mediante la activación de la glándula del timo.


Finalmente, disponemos de un centro superior de percepción, de categoría mental, instalado en la parte superior del cuerpo y distribuido en los tres chakas superiores que gestiona los aspectos más elevados del ser humano aunque solemos identificarlo exclusivamente con la parte racional del cerebro, por pura simpleza. Las glándulas correspondientes son la tiroides, la pituitaria y la pineal. Este centro permite valorar cualidades trascendentes a nivel de comunicación, intuición y consciencia, siendo su aspecto mas denso y grosero el intelecto que permite analizar, diseccionar, comparar, calcular, etc. En condiciones normales, este centro es el que menos relación tiene con la percepción de la arquitectura, en cuanto al entorno humano se refiere y, a pesar de ello, es el que domina a la hora de establecer los criterios que lo condicionan.


Por tanto, queda de relieve que existe un error fundamental en todo el proceso ya que nunca se podrá alcanzar el objetivo de la arquitectura sin considerar los parámetros que integran la percepción y, para ello, debemos estudiar profundamente los aspectos que relacionan al ser humano con su entorno, TODOS los aspectos en su conjunto y no una selección discrecional de los mismos.

En próximas entradas se irán desgranando algunas claves que permiten establecer la correcta relación del hombre con su entorno a través de la arquitectura.  Principal importancia tiene la consideración de todas las energías invisibles, sean naturales o artificiales, a que estamos sometidos pues unas nos benefician y otras nos perjudican gravemente, algunas se pueden aprovechar y otras se deben evitar.

ENLACES


martes, 18 de diciembre de 2012

ARQUITECTURA INTEGRATIVA Y TEORIA DE SISTEMAS

Si realizamos un análisis de los modelos arquitectónicos vigentes podemos comprobar que el concepto de edificación no ha evolucionado durante siglos. Es cierto que las tecnologías y la industria lo han hecho, aunque sería motivo de discusión el precio que se paga por ello pero, claramente, los principios básicos del diseño y la edificación siguen siendo clásicos en el sentido histórico del término. La elevada tecnificación y las computadoras no han reportado avances significativos de fondo, aunque sí formales o aparentes, a una Arquitectura cada vez más separada de su objeto al igual que ocurre con el resto de sistemas del modelo de "negocio" actual. Afortunadamente, existe información y recursos suficientes para revertir esta situación y plantear las bases de un nuevo modelo que cumpla con las expectativas. 


El movimiento de la conciencia colectiva ya está en marcha y muchas personas en todo el mundo están tomando partido de forma activa. Tal vez, incluso desde una visión puramente mercantilista, esta realidad represente un nuevo y creciente nicho de oportunidades, contando con la Tierra como socio principal.


A pesar de ciertas inercias que aún soportan al modelo actual, a medida que el foco de atención empiece a gravitar en torno a la solución deseada se deben ir disolviendo los retenes del cambio. Esto va a ocurrir de forma progresiva y continua. Para ver con mejor perspectiva, resulta esencial distanciarse del problema y ser capaz de observar la globalidad, reiniciar el debate desde el principio y volver a construir sobre mejores cimientos. Dado que el tema excede las pretensiones de este post únicamente planteo unos apuntes de lo que, en mi modesta opinión, deberían ser los fundamenteos a revisar así como los modelos de los que aprender y la metodología apropiada que, por cierto, ya vienen desarrollándose con éxito en diferentes partes del mundo. No se trata, por tanto, de inventar nada sino de canalizar las soluciones que están mejor orientadas y convertirlas en modelos de actuación.


Lo primero a considerar es el concepto de sistema, una entidad, conjunto u objeto compuesto por partes relacionadas entre sí mediante una serie de propiedades comunes. Los sistemas pueden ser abiertos o cerrados (aquellos que no interaccionan con otros agentes situados fuera de ellos). La causa principal de los problemas que padecemos, entre los que se encuentra la arquitectura, radica en considerar los sistemas como cerrados y limitar la gestión de los mismos al control de unos pocos parámetros, lo cual impide valorar el problema en su conjunto. Lo cierto es que, en realidad, los sistemas cerrados NO existen en la naturaleza. El enfoque sistémico consiste en identificar y relacionar aquellas propiedades comunes a los diferentes sistemas que intervienen, teniendo en consideración que un componente puede pertenecer a varios sistemas diferentes y que, dentro de cada sistema, dicho componente se comportará de una forma diferente en relación con el conjunto. La arquitectura, dentro de este enfoque, se puede econsiderar como un gran sistema que engloba a otros menores y que, a su vez, se encuentra como componente de un sistema social mayor que lo comprende. Al mismos tiempo los diferentes sistemas sociales suelen comprender sistemas arquitectónicos singulares y se encuentran inscritos, a su vez, en un sistema de mayor tamaño. Todo, dentro y fuera de los sistemas, está relacionado, todo es interdependiente, no se puede actuar sobre una parte sin afectar al todo.


La característica perseguida dentro del sistema, en el caso de la arquitectura, es la autopoiesis, término adaptado de la biología que determina la capacidad de un sistema para sostenerse a sí mismo en relacion de acoplamiento y complementariedad con el ambiente que lo rodea, el entorno y los sistemas interdependientes. Este concepto tiene que ver con la resiliencia ó capacidad de absorber y asimilar perturbaciones en las condiciones de su entorno y la homeostasis o capacidad de reacción y autoregulación interna de los parámetros del sistema para mantener el equilibrio. Por tanto, consideramos que la arquitectura es un sistema dinámico que funciona al servicio de un sistema vivo y, por tanto, forma parte del mismo por lo que le son extensibles los principios anteriores aplicados a los sistemas biológicos y no puede ser considerada, en ningún caso, como un sistema cerrado e inerte.


Los parámetros que intervienen realmente en la arquitectura, dentro de esta nueva perspectiva, son tan complejos que únicamente desde una visión global e integrativa podrán ser abarcados. La "transformación" de la complejidad en simplicidad es una condición natural que se establece para mantener el equilibrio armónico en los sistemas vivos. Por ejemplo, un sistema será más estable cuanto mayor sea su independencia de otros sistemas y será más sostenible cuanto menor cantidad de energía se consuma en su producción y funcionamiento. Estos son principios fundamentales que los modelos arquitectónico y urbanístico vigentes no consideran en absoluto, por lo que son, ya en este momento, inviables a pesar de la inercia que arrastran.

En sucesivos post, se irán planteando propuestas y reflexiones para iniciar los movimientos dirigidos al cambio.

miércoles, 12 de diciembre de 2012

EL UNIVERSO FRACTAL

Uno de los elementos esenciales de la nueva realidad a la que nos enfrentamos como geómetras es la comprensión matemática de la naturaleza. La interpretación de las formas naturales a través de la geometría ha sido posible gracias a las ideas desarrolladas por Benoît Mandelbrot, de origen polaco y fallecido en 2010, cuyo trabajo permitió descubrir que todo lo que existe en el universo tiene un orden interno, un orden susceptible de ser expresado matemáticamente.


A continuación propongo un interesante documental introductorio a la ciencia de los fractales.

 

Una de las consecuencias del estudio y desarrollo de las matemáticas fractales ha sido el descubrimiento del carácter holográfico del universo. El principio holográfico, más o menos, viene a decir que lo que acontece o existe en una porción de espacio se puede deducir del análisis de una parte o fragmento de esta porción de espacio, de lo que acontece o existe en una parte del mismo. Es decir, que la parte es representativa del todo o, como se expresa en el principio hermético de Correspondencia, escrito en la Tabla Esmeralda hace miles de años, como es arriba es abajo y como es abajo es arriba, lo que significa que estamos empezando a re-descubrir lo que ya sabíamos, a recuperar la conciencia. Tal vez, tengamos una oportunidad, si sabemos entender esto.

Uno de los paladines de esta nueva teoría, que ha servido para impulsar la tan ansiada unificación de la física,  llamada Teoría del Todo, Teoría de la Unificación o Teoría del Campo Unificado, que es lo mismo, ha sido el científico suizo Nassim Haramein, que nos ayudará a profundizar más en estos interesantes conceptos. El dominio y comprensión de estas materias es básico para desplegar las posibilidades prácticas de la ARQUITECTURA INTEGRATIVA.


 


 


 


 


 


 


domingo, 9 de diciembre de 2012

BATALLA FINAL CONTRA LOS C.E.M.

El ser humano está constituido, entre otras cosas, por un campo electromagnético que llamamos CUERPO ENERGÉTICO. Este campo energético interactúa con otros campos o cuerpos que nos rodean de forma natural. Digamos que se trata de una interacción biocompatible. Los campos naturales proceden de los elementos naturales, como es lógico, los minerales, los vegetales y los animales, y cada uno de ellos emite una frecuencia y una intensidad determinada. 
(*) C.E.M. Campo Electro Magnético

También existen campos de energía colectivos que pertenecen a una agrupación geológica determinada o a una especie vegetal o animal, en este último caso, estos campos nutren una especie de conciencia colectiva que permite, entre otras muchas cosas, florecer a toda una especie al unísono (como ocurre con algunas especies de bambú que florecen en China y en un Jardín Botanico de Londres en el mismo momento, con la curiosidad de que este acontecimiento se produce únicamente cada 500 años). Por supuesto, existe un campo mucho mayor, que es el cuerpo energético de la Tierra que lleva asociada su propia conciencia.

Todo lo que vive en la Tierra, la estructura energética de la vida, se nutre de dos tipos de radiaciones, unas que emanan de ella hacia el cosmos, llamadas energías telúricas, y otras que recibimos de los astros que nos rodean y que llamamos energía cosmica. La intercacción equilibrada de ambas permite que la vida se desarrolle y prolifere adecuadamente y cualquier alteración en el rango bioenergético adecuado para una especie puede provocar que esta especie desaparezca en el transcurso de un determinado tiempo si estas condiciones se mantienen alteradas de forma constante o prolongada.


Casi todos los seres vivos, a excepción de los humanos modernos, lidian con las alteraciones de las energías cosmotelúricas de una forma muy sencilla, apartándose de ellas, ya que son sensibles a las mínimas variaciones que se producen y, por tanto, viven y, sobre todo, descansan sobre lugares adecuados a sus necesidades biológicas. Hablaremos en otro apartado acerca de cómo tratar con estas energías, que requieren un enfoque específico.
Por otro lado existen, más que nunca en nuestros tiempos, una ingente cantidad de NUEVAS FUENTES  emisoras de Campos Electro Magnéticos que interfieren con nuestros campos de energía de forma indiscriminada, produciendo alteraciones en los mismos sin que tengamos conocimiento ni control sobre los efectos que producen. Parecería una nimiedad si no estuvieramos seguros que la realidad acerca de los efectos que provoca la interferencia de estas radiaciones con nuestro campo energético es deliberadamente ocultada debido a la presión corporativa o lobbying que ejercen compañias cuyos suculentos negocios dependen de irradiarnos sin compasión las 24 horas del día.


El siguiente documental es una muestra, en primer lugar, de cómo está la situación para quien no la conozca, que es mayoría pero, sobre todo, representa una ventana a la esperanza dado que, gracias a las recientes acciones legales, contamos con instrumentos jurisprudenciales adecuados para exigir el desmantelamiento de la inmensa mayoría de las instalaciones que nos perjudican, como sabrán ver quienes tengan la paciencia y el interés de visualizar el documental completo. A partir de aquí queda en manos de asociaciones, agrupaciones y colectivos organizar la OFENSIVA FINAL a base de la acción legal sistemática necesaria para romper el silencio de la administración y forzar las medidas para corregir la actual situación de INSALUBRIDAD PUBLICA.

Que lo disfruten (hacer clic sobre el documental para activar el enlace).

martes, 4 de diciembre de 2012

EL BUEN SITIO

El PRINCIPAL FACTOR a la hora de proyectar una edificación, además de aquél que más va a condicionar el funcionamiento de la misma y la calidad de vida de sus usuarios o habitantes, no es el material, la forma, el aspecto exterior, la funcionalidad, el aprovechamiento energético o algo por el estilo, sino aquello en lo que menos se piensa  precisamente, la elección del mejor emplazamiento y disposición para construir.


Eludiendo el asunto de las fuerzas que rigen la ordenación del PLANEAMIENTO que nos vemos obligados a padecer, lo cierto por obvio, es que la CAUSA PRIMERA de que no tengamos opción de elegir el BUEN SITIO es nuestro MODELO URBANÍSTICO.


Si volvemos la vista atrás, descubriremos en la antigua sabiduría las claves que necesitamos para reaccionar y corregir la peligrosa deriva con la que navegamos. Por supuesto, aquel proto-urbanismo no se hacía sobre un papel y desde un despacho así que, tal vez, tengamos algo que aprender del procedimento. Desde el origen de los tiempos, en todas las culturas de oriente y occidente siempre se dió la importancia que merece a la elección del emplazamiento. Existían personas de gran reputación que se encargaban de prospectar los diferentes terrenos buscando condiciones óptimas para el desarrollo adecuado de la vida en comunidad. Estos trabajos podían prolongarse por meses e incluso años, pues no había estadísticas y se hacia preciso comprobar la situación en diferentes epocas del año. Las artes necesarias para cumplir este cometido combinaban la sensibilidad del prospector con el conocimiento de las fuerzas y energías de la naturaleza que permitían extraer información precisa de los datos obtenidos. En la cultura celta, tan extendida por Europa y España, estas funciones se agrupaban en torno a la figura del druida, rodeado de unas connotaciones mágicas no ausentes de justificación.


Los romanos, a pesar de utilizar la estructura militar para sus ciudades de calles ortogonales, basada en el modelo de Mileto, al menos, guardaban una disposición sobre dos ejes principales orientados en las direcciones cardinales, N-S y E-W y esto podría tener, al margen de cuestiones higiénicas relacionadas con el soleamiento de las viviendas, unos fundamentos relacionados con las energías telúricas y cósmicas más importantes  que se distribuyen en forma de red siguiendo estos ejes, como la red Peiré y la red Hartman. El mundo árabe utiliza una configuración más orgánica para sus ciudades, basada en la adaptación a los accidentes del terreno, donde el agua tenía una gran importancia al igual que los criterios defensivos, como es natural. En todos los casos se hacían minuciosos estudios antes de decidir el emplazamiento si bien, en muchos casos, la ciudad se configuraba como extensión de un campamento militar. 


Pero, de todas las culturas, es en China donde se desarrolla el arte milenario que estudia el movimiento de las energías naturales y que a través de diferentes escuelas, cada una con su enfoque particular, fueron reuniendo un cuerpo de conocimientos que en occidente se ha dado a conocer bajo el nombre de FENG SHUI. Se podría decir que hay tantos Feng Shuis como maestros, aunque todas las escuelas tradicionales tienen en común un conocimiento profundo de las energías de la Tierra y el Cielo, que nosotros llamamos telúricas y cósmicas según su origen. La ciencia que estudiaba estos fenómenos era la antigua geomancia basada en las relaciones entre los 5 movimientos de energía, madera, fuego, tierra, agua y metal, el factor dinamizador de la tensión entre las fuerzas o aspectos del YIN y el YANG y la interpretación de las ocho posibles triadas de combinaciones simples, 8 trigramas ó 36  exagramas (dobles) de estas fuerzas a través del Libro de los Cambios, el I Ching. Estas fuerzas o movimientos, también están presentes en muchas otras culturas en forma de cuatro elementos tierra, agua, fuego y aire y un quinto, la quintaesencia de los alquimistas, llamado éter,  fuerza cósmica, energía vital, prana, chi, etc, según las civilizaciones.


La herencia de las tradiciones antiguas tiene hoy su expresión en la moderna Ciencia del Hábitat, como la denomian la Asociación de Estudios Geobiolíogicos (GEA) también conocida como Geobiología. No vamos a hacer aquí historia de los orígenes y fundamentos científicos de esta disciplina pero si puedo afirmar con rotundidad que los considero de total solvencia a través de mi experiencia personal y que, quienquiera que no los tenga en cuenta por muy buen profesional que se considere, comete un gravísimo error de impredecibles consecuencias. 


La superficie de la Tierra se encuentra sometida a inumerables radiaciones en el plano horizontal y vertical, ascendentes y descendentes. Si bien estas radiaciones eran inicialemente de origen natural y forman parte imprescindible de todos los procesos biológicos, podían ser alteradas por el efecto de diferentes incidencias en el subsuelo, como fallas geológicas o aguas subterráneas que las hacían más nocivas. Esto era suficiente para los geomantes y druidas que trataban de evitarlas hasta que, de un siglo a esta parte, la apareción de las modernas radiaciones artificiales en todo el espectro electromagnético generó alteraciónes puntuales de estas energías que pueden llegar a ser miles o millones de veces superiores a las naturales. 


En la actualidad, más que nunca, se hace imprescindible considerar las condiciones ambientales, tanto naturales como artificiales a la hora de elegir el emplazamiento de nuestra edificación. Obviar esta realidad puede tener conseceuncias indeseables para los usuarios y es nuestra labor, la de los técnicos y profesionales de la arquitectura promover, en la medida de nuestras posibilidades, la divulgación de estos conocimientos y su práctica de forma extensiva, sin esperar un reconocimiento "oficial" por parte de las autoridades pues, cualquiera que se aproxime sin prejuicio a estos conocimientos verá en ellos una fuente de inspiración y buena práctica.