Translate

martes, 2 de abril de 2013

LA ALTERNATIVA RURAL Y EL OCASO DE LAS CIUDADES



¿Quién no ha estado tentado alguna vez de escapar de toda la vorágine que nos envuelve y trasladar su residencia a un lugar amable, tranquilo y rodeado de naturaleza?


Existen en nuestro país una enorme variedad de opciones para hacer realidad este sueño pero es, tal vez, la repoblación de un perdido pueblo abandonado, la que mayor atractivo ofrece a los aventureros que persiguen el ideal de una vida rural como alternativa de futuro.


Muchos hemos llegado a la conclusión que la única posibilidad de cambiar las condiciones de nuestro entorno es empezar por cambiar lo que está en nuestra mano, lo único que nos pertenece en realidad, que no es otra cosa que el gobierno de nuestro destino. No es necesario, por obvio, hacer un repaso de los condicionamientos que la vida urbana nos impone y la difícil perspectiva que se abre ante nuestros ojos, cada cual tiene elementos de juicio suficientes para valorar esto. Para mí, es evidente desde hace ya bastante tiempo, que vivimos el ocaso de las ciudades, que el entorno urbano ha dejado de proveer para empezar a absorber, ofreciendo siempre un balance negativo a sus usuarios.



Para analizar este fenómeno con fundamento, primero es necesario considerar los tres aspectos que nutren la estructura básica del ser humano, en términos de geometría sagrada y energética, la base geométrica del tetraedro que constituye nuestra estructura natural y que es necesario equilibrar. Me refiero a los aspectos físico, emocional y mental que constituyen las tres frecuencias básicas cuya armonía es necesaria para alcanzar la autorrealización en el plano superior, el eje vertical que permite cerrar la geometría añadiendo un nuevo vértice, la dimensión espiritual. Cuando no hay equilibrio en la base de la figura, no hay evolución y la autorealización que asociamos a la idea de felicidad se nos presenta inaccesible. En la vida práctica, el plano físico, lo podemos relacionar con las condiciones de subsistencia, alimento y cobijo, la economía y la salud. El plano emocional, tiene que ver con las relaciones que tenemos con los demás y con nuestro entorno y el plano mental con los aspectos intelectuales, los procesos de aprendizaje y el autoconocimiento. Estos tres aspectos representan aspectos energéticos relacionados con el ser humano que han sido estudiados recurrentemente por pensadores y filósofos de todo tiempo desde que la historia de nuestra especie existe.


Para no desviarnos demasiado del tema principal y adoptando términos de psicogeometría, podríamos avanzar que el desarrollo evolutivo del ser humano trata de resolver el conflicto en la oposición de fuerzas dentro de los tres psicotipos humanos asociados a las energías descritas anteriormente, a saber, libertad, amor e individualidad frente a sexo, poder y dinero. La energía que vibra en las ciudades, donde impera el modelo de economía neoliberal globalizado, genera una tensión desequilibrante de los esquemas anteriores donde no queda más que un impulso compulsivo hacia el consumo como única evasión. Remedio que no es tal, pues proporciona la ilusión efímera de una satisfacción inexistente y deja, tras de sí un vacío interior además de un agujero en nuestras economías. Podríamos considerar el consumismo como la última droga de diseño de nuestro modelo económico y esto es solo una muestra del repertorio de condiciones que impera en el entorno superurbanizado en que vivivmos. El mantenimiento sostenido del organismo en esta vibración produce estrés en los tres sistemas básicos, a nivel físico, a nivel emocional y a nivel mental, es decir, genera enfermedades de todo tipo, carencias emocionales y deficiencias en la relación con los demás y, finalmente, problemas psicológicos y psiquiátricos añadidos.



Este círculo vicioso de la vida urbana distorsiona la realidad subjetiva pretendiendo convertirnos en objetos de consumo y, lo más triste, adoptamos ese papel a la perfección sin preguntarnos por la existencia de alternativas más saludables y benéficas en todos los aspectos. ¿Somos capaces de ver la puerta que tenemos delante?. Por supuesto que salir de la ciudad supone renunciar a una serie de “ventajas” pero se trata de una cuestión de rentabilidad, por utilizar el léxico propio de la religión neoliberalista y, en este caso, está claro que vivir en la ciudad hoy día no renta en absoluto, es decir, genera saldos negativos en nuestra vida o, lo que es igual, no interesa, en términos generales.



Desafortunadamente, la mayoría de las personas está demasiado anclada en ciertos hábitos y costumbres por lo que no se plantea que un cambio tan radical le pueda reportar beneficios. Muchos prefieren lo conocido, aunque no les satisfaga en absoluto, a lo incierto o desconocido por muy prometedor que aparente. Sin embargo, la situación actual, como en los momentos de grandes movimientos demográficos migratorios, es propicia para dar este paso pues, al igual que en las ocasiones anteriores, no hay gran cosa que perder en muchos casos.


Veamos una relación de los cambios que nos puede ofrecer la vida rural y el campo por contraste con la vida urbana, a ver qué tal nos resuena. Por ejemplo, la vida rural favorece una visión más integrada de las relaciones humanas frente a la deshumanización que impera en la ciudad donde priman factores como la competencia y la desigualdad. En realidad, todo el ambiente y los factores psicológicos urbanos derivan de las dinámicas a que obliga la concentración de la población en un espacio carente de recursos naturales y donde, por tanto, toda actividad debe estar vinculada con algún tipo de servicio. Es decir, la ciudad no produce en términos generales, solo consume y, más que consumir, devora y constituye un gran sumidero de energía. En la ciudad todo se torna artificial y mecánico, existen infinidad de restricciones a la libertad de acción, abundan los conflictos, el coste de la vida es elevado, impera la aceleración y el ruido, la contaminación ambiental y electromagnética y nos vemos envueltos en una espiral de gasto interminable, amontonando facturas a final de mes, vivimos endeudados y, finalmente, nuestro precioso tiempo, aquel que teníamos para nosostros mismos, ha dejado de existir porque trabajamos, si tenemos suerte, más horas de las que deberíamos para poder costear nuestra vida urbana y perdemos mucho tiempo en desplazarnos de un lugar a otro… ¿qué vida es esta?


Por el contrario, el medio rural aún careciendo de muchos servicios, absolutamente prescindibles en su mayor parte, ofrece otra serie de ventajas como alternativa que cada cual debe valorar. Un entorno natural siempre aporta una energía más armónica para nuestros sentidos. La visión del paisaje, los olores naturales, el sonido de los pájaros y, a veces, un silencio que no recordábamos, la brisa, el aire puro, etc suponen toda una serie de estímulos sensoriales vinculados con la energía dominante en este medio, por cierto, muy beneficiosa para nuestro sistema físico-emocional-mental. Por otro lado, la calidad de vida viene a incrementarse en relación directa a la disponibilidad de tiempo y a un coste mucho menor que en la ciudad. En un entorno rural podemos disponer de libertad para iniciar actividades que nos aporten mayor satisfacción y así poder evolucionar de una forma armónica como seres humanos. Podemos crear nuestro propio huerto, generar la energía que consumimos y procesar nuestros resíduos, incluso, proveernos de agua para consumo recogiendo y almacenando la que recibimos de la lluvia. No es necesario, si uno así lo decide, depender de ningún suministro externo para vivir, lo cual es impensable en una ciudad. Podemos consumir productos naturales sin procesar industrialmente y no envenenar nuestro organismo con transgénicos, animales hormonados y toda serie de productos químicos tóxicos, por no hablar del mismo agua que bebemos. Sin duda, nuestra salud se verá beneficiada si lo hacemos. En un entorno donde existe armonía, paz y tranquilidad, donde somos libres para disponer del tiempo, llevar una vida saludable y no estar agobiados por llegar a final de mes, podemos desarrollar nuestras habilidades de la forma que elijamos, cooperar con los demás, ser independientes, compartir, aprender de unos y enseñar a otros, en definitiva, alimentar el ciclo sagrado de dar y recibir.


Ciertamente, elegir la vida del campo supone un cambio radical en nuestros hábitos, en la forma de pensar y en cómo nos relacionamos con nuestro entorno. No todo el mundo que vive en un pueblo lo hace de esta manera, pues las dinámicas de la vida urbana, con todos sus vicios, se encuentran muy arraigadas en la población gracias, en gran medida, al papel destructivo y limitante que ejerce la TV sobre las mentes pero, en cualquier caso, el libre albedrío es intrínseco al ser humano y uno puede elegir siempre el camino por donde conducirse. Lo primero que debemos elegir es cambiar el modelo de pensamiento en el que somos dependientes de una serie de estructuras organizadas y no podemos desenvolvernos sin ellas. Lo cierto es que sí podemos.


Finalmente, si decidimos trasladarnos a vivir al campo, es necesario contar con un buen proyecto para triunfar en este empeño. Vamos a distinguir dos conceptos en primer lugar. No es lo mismo, ir a vivir a un pueblo una vida urbana, aunque este podría ser un primer paso y siempre más saludable que la ciudad, que trasladarse a un medio natural no urbano o, llamémosle, rústico. Aquí nos referimos al último caso.Esta opción nos va a exigir grandes dotes de adaptabilidad por lo que es necesario romper con viejos moldes y adquirir nuevas habilidades y conocimientos relacionados con el nuevo medio. Por fortuna, internet y el medio urbano proporcionan los recursos formativos específicos que vamos a necesitar, por lo que el primer paso lo podemos dar antes de salir de la ciudad. Preferentemente, deberáimos adquirir conocimientos relacionados con el cultivo y el cuidado de una pequeña granja, además de desarrollar algunas habilidades manuales que nos permitan resolver después con éxito la multitud de tareas diferentes que vamos a tener que acometer. Los principios de la permacultura ofrecen unos buenos fundamentos prácticos para relacionarnos en todos los campos que vamos a encontrar en el medio rústico.



El siguiente paso es diseñar un proyecto económico como soporte de nuestra iniciativa. El medio ruralece multitud de recursos susceptibles de aprovechamiento sostenible. El entorno determinará cuales son más disponibles y sencillos de explotar. Básicamente, si se trata de una zona próxima al monte, dispondrá de recursos forestales. Los recursos agrícolas y ganaderos siempre están disponibles, así como el viverismo, al menos por ahora, si no nos lo prohiben también. Luego tenemos los productos de transformación, como es el caso de la artesanía, las conservas, los productos lácteos, etc. A continuación, tenemos los servicios profesionales que podemos ofrecer a nuestro vecindario, que también es una alternativa y finalmente podemos, bien agruparnos con otros, para desarrollar una actividad común, servicio o producto, bien teletrabajar para una fuente de suministro externa de la naturaleza que sea, bien porque seamos informáticos, comerciales internacionales o compositores de música, eso da igual mientras pueda realizarse a distancia la actividad. Como puede verse, todas las actividades que planteo son actividades autónomas, pues la libertad que se persigue únicamente se consigue con independencia. Una vez, bien planeada la actividad económica que nos va a proveer de ingresos en el entorno que hemos elegido, deberemos encontrar y tomar posesión del lugar concreto.



La elección del lugar debe hacerse con criterios profesionales pues será preciso construir en él algún tipo de edificación, si bien, cualquiera puede adquirir por su cuenta los conocimientos necesarios e, incluso, autoconstruir lo que necesite. Cuetiones como la orientación, el soleamiento, los vientos dominantes, el agua, la vegetación circundante y los elementos geológicos del terreno, la climatología del lugar, la altitud, las energias naturales, los materiales disponibles en la zona y un sinfín de factores deben ser considerados. El terreno donde nos situemos deberá cumplir otros requisitos legales para poder construir, como disponer de una superficie mínima y tramitar los permisos necesarios en el Ayuntamiento correspondiente.



Una vez disponemos de todo lo anterior, estaremos en disposición de inicar una aventura rural. Lo primero que necesitamos cubrir son las necesidades de cobijo, agua y alimento. Tanto para la adquisición del terreno como para la autoconstrucción de nuestro primer módulo y, también, para el inicio de la actividad posterior, vamos a necesitar hacer una cierta inversión. Aquí me voy a referir a los mínimos, una vez obtenido el terreno por el procedimiento que sea, donación, compra, cesión temporal, etc. Utilizando un sistema de autoconstrucción y si disponemos de un grupo bien dispuesto de ayudantes, podemos construir nuestro primer módulo residencial con invernadero de 50 m2 con un presupuesto aproximado en coste de materiales de 3.000 € y diez días de trabajo bien planificado, nada que ver con comprar un apartamento en la ciudad ¿no es cierto? Claro que, las codiciones de confort y las instalaciones las podemos extender al límite de lo que deseemos pero, con este presupuesto, podemos disponer de un pequeño habitáculo autosuficiente con los elementos básicos que genera la poca energía que consume, recoge y acumula el agua de lluvia, reutiliza la usada en la ducha y el fregadero para alimentar una pequeña huerta y gestiona sus propios resíduos. Posteriormente podremos ampliar y completar el módulo, mejorando lo necesario pero, de momento, tendremos lo imprescindible.


El siguiente paso será asegurar nuestro sustento, para lo cual organizaremos una pequeña huerta y un invernadero básico donde cultivar algunos alimentos. Un pequeño corral con gallinas puede proporcionarnos un sabroso y económico alimento protéico a diario y, a partir de aquí, lo que cada cual sea capaz de abarcar. De momento, nuestro sustento básico está asegurado con un mínimo coste. Ya podemos sobrevivir casi sin gastar nada. Finalmente habremos de poner en marcha nuestra actividad económica, diseñada previamente, cuya gestión nos permitirá ir completando y mejorando las condiciones iniciales para alcanzar una estabilidad satisfactoria. Este es un esquema de supervivencia simplificado pero eficaz y contiene los problemas básicos a resolver. Otra de las vías de acceso al medio rural, aunque entraña mayor complejidad, es la repoblación. Existen en nuestro país un sinfín de pueblos que, por diferentes razones, fueron abandonados paulatinamente por sus habitantes hasta quedar, muchos de ellos, deshabitados por completo. En la actualidad algunos de estos emplazamientos reúnen condiciones ideales para ser reocupados. En el próximo número de UH trataremos este otro aspecto del acceso al mundo rural y su problemática.

Por último, quisiera hacer breve mención de una reciente iniciativa legislativa de la Comunidad de Madrid que, sin ser la panacea, sí pone la vista en la necesidad de favorecer este tipo de iniciativas. Se trata de la Ley de Viviendas Rurales Sostenibles que acompaña a una serie de iniciativas Autonómicas ya existentes, de las que difiere en la valoración de algunos parámetros, y que favorece la construcción de viviendas en suelos rústicos que no se encuentren especialmente protegidos, en unas especiales condiciones de sostenibilidad y preservación medioambiental. Curiosamente, son los grupos ecologistas los que mayor frente han presentado a esta ley y defienden a ultranza el modelo urbanístico vigente, aunque ya sabemos que el ecologismo militante hace tiempo que perdió el norte y, con él, su sentido pues carece de contenido propositivo más allá de la acción de protesta. Movimientos recientes como el Transicionismo, la Permacultura y la Arquitectura Integrativa encuentran hoy mayor profundidad de planteamientos y aplicaciónes prácticas.

2 comentarios:

  1. Hay muchas opiniones acerca de ¿cuántos metros hacen falta para avastecer una familia de 4 miembros? ¿alguna pista?

    Gracias por el artículo es muy interesante, como todo el bloog.

    ResponderEliminar
  2. Pavel, hay opiniones porque depende de varios factores entre los que destacan las necesidades y las posibilidades. Si vamos a mínimos, nos apañamos en una tienda de campaña de 2x2 mts pero si somo la familia real, necesitaremos, al menos 1000 veces esta superficie.

    La pregunta es ¿que necesitas? y ¿cuanto te puedes gastar?

    Con esa informacion ya vamos bien servidos, de momento.

    Un saludo

    ResponderEliminar