Muchos habréis oido hablar de Justo, el personaje de este artículo, en relación con su aparición hace unos años en una campaña publicitaria de una bebida refrescante de la multinacional Coca-Cola. Es popularmente conocido como el hombre que construyó una catedral con sus propias manos en la madrileña localidad de Mejorada del Campo. Es extenso lo que se ha publicado sobre este asunto, reportajes de TV y entrevistas. No vamos a añadir nada nuevo a lo insustancial y anecdótico que, si bien puede haber supuesto una cierta publicidad a la hora de recabar fondos en forma de donaciones (muy pocos) no hace justicia a la magnífica realidad que he podido presenciar con mis ojos.
Veamos, en primer lugar, el manifiesto que encontramos, clavado en la pared, al cruzar el umbral de la Catedral en construcción, escrito ya hace 10 años.
Cualquier consideración referente al cumplimiento de preceptos materiales y de diseño arquitectónico es, simplemente, absurda en este caso. ¿De qué estamos hablando entonces? Estamos hablando de un ser excepcional a la altura de los grandes hombres de la historia que, a punto de cumplir 90 años, madruga a diario para materializar un sueño inconcebible... de no ser por que la realidad presente supera cualquier expectativa imaginable. 51 años de trabajo acumulados sobre unos 8.000 m2 de construcción realizada sin ningún tipo de medios de los que serían precisos para que cualquier equipo profesional se atreviese siquiera a plantearse iniciar tal empresa.
Conociendo la historia y tratando directamente a Justo, esa persona frágil y menuda, de sonrisa amable y mirada profunda, todo humildad y, nada más entrar en este espacio sagrado, surgen las preguntas. ¿Cómo es posible acometer una edificación de tal complejidad sin un solo plano? ¿Cómo es posible, sin un sistema de replanteo de precisión, materializar la posición espacial de cada elemento constructivo, cada bóveda y cada arco? ¿Cómo es posible que con este conglomerado aditivo de materiales de derribo, hormigones amasados a mano y sin vibrar, estas condiciones de seguridad, estos andamiajes precarios, etc, no haya existido ni un solo incidente grave que diera al traste con la empresa de construir una catedral? ¿Como es posible que un hombre sin conocimientos, no ya de ingeniería o arquitectura sino siquiera de albañilería, haya prácticamente consumado y cubierto aguas de una catedral que tiene únicamente en la mente, como él mismo reconoce? y, finalmente ¿Cómo es posible que ante este hombre de Dios y ante la evidencia de este auténtico Milagro, los doctores de la Iglesia no solo no lo canonicen en vida como San Justo de Mejorada, no únicamente sean incapaces de ayudarle económica o técnicamente cuando serán destinatarios de su legado sino, simplemente, lo ninguneen y le den la espalda? Esta es una cuestión que deberíamos plantearnos todos cuando hacemos la declaración de la renta.
Obviamente, existe un poder y una energía maravillosa en este lugar que permiten al edificio superar todos los inconvenientes técnicos y materiales que se presentan a la vista. Reconozco este poder también en la naturaleza, ante cualquier manifestación de lo sagrado.
En mi opinión particular, por sus características particulares, se trata de una obra del pueblo y que debiera ser también para el pueblo, abierta a todo tipo de culto. Aunque, claro está, esto no es más que mi percepción y, además, también creo que debería existir un mayor apoyo popular, un compromiso en forma de cualquier tipo de ayuda por parte de quien se sienta conmovido ante la importancia de esta realidad. Divulgar esta información es ayudar, aportar donativos es ayudar, contribuir a crear una organización de apoyo, aportar conocimientos y tiempo es ayudar, hacer un plano, un dibujo, una propuesta, ofrecer algo que nos sobre y que pueda ser utilizado en la obra, contribuir en la gestión de una subvención o ayuda, organizar eventos, publicitar y explotar su valor turístico, poner un ladrillo, organizar un campamento de trabajo, todo ello es ayudar y toda ayuda es necesaria.
En estos momentos, por ejemplo, el edificio no cuenta con Licencia de Obras y, no solo eso, este edificio paga una elevada contribución al Ayuntamiento cuya excepción debería ser un objetivo prioritario. Una acción imprescindible, pues en cualquier caso la obra no podrá ser concluida si esto no ocurre, sería realizar un levantamiento del estado actual del complejo y acometer un Proyecto de Acondicionamiento General o por partes así como crear un grupo de voluntarios para ir realizando pequeñas tareas. Justo ha manifestado que aceptará de buena gana cualquier tipo de ayuda en este sentido. Colegios Técnicos Profesionales y asociaciones de estudiantes, tendrían un buen terreno para actuar en este caso. Solo queda que este mensaje cale, si es que eso tiene que ocurrir...
Justo no suele llevar teléfono (619 683 594) ni sabe qué es un ordenador pero, si alguien quiere encontrarle, siempre está a pié de obra... de sol a sol.