Es más que probable que el presente artículo despierte cierta aversión. Se trata de una reacción natural que sentimos al sospechar que el terreno firme que estábamos convencidos de pisar no es tal, sino una fina capa que, como el hielo helado sobre un lago, se vuelve peligrosamente quebradizo bajo nuestro peso,... el peso de la necesidad de saber. Por otro lado, antes de empezar a cortar leña diré, en mi contra, que no me considero más capaz, ni mucho menos, que mis objetivos de hoy sino, simplemente, interpelo a una más amplia visión del concepto arquitectónico, la cual pretende integrar lo que hemos aprendido con lo que, desgraciadamente, hemos olvidado y, afortunadamente, estamos re descubriendo en estos momentos históricos.
Tengo que añadir que, si no dejo títere con cabeza, no es por arrogancia sino como llamada a la reflexión profunda acerca de la situación en que nos encontramos (una reflexión más, ni mejor, ni peor). No es que no haya buenos arquitectos, que los hay, y no es que no existan propuestas afortunadas, esfuerzos ni investigación puntera o ideas geniales, que también las hay en abundancia (aunque no sea lo común). Lo que ocurre es que se pueden contar con los dedos de una mano (tal vez la de un manco), los arquitectos que realmente saben lo que tienen entre manos cuando ejercen como tales. ¡¡Al menos, yo no conozco a ninguno!! Por lo tanto yo, que no sé, no sabiendo sé, al menos, que no sé lo cual permite, a cualquiera que se ponga en esta situación, poder ver algunas cosas que otros que "saben" no ven debido, precisamente, a su "saber". Claro que, si este supuesto mal de la ignorancia está tan extendido que alcanza a todo el espectro profesional... ¿Cómo podremos convencernos de que hay otro camino? Pues bien, lo hay porque ya existió en el pasado. Solo hay que desempolvarlo y re descubrirlo, adaptándolo a nuestro estado actual de evolución.
Veamos pues, a qué me refiero con esto del Gran y el Pequeño Arte de la Arquitectura. Para situarnos, podemos hacer una comparación paralela con el Arte de la Escultura. Cualquiera, por poner un ejemplo obvio, podría reconocer a Miguel Ángel como un representante del Gran Arte y... (podría ser cualquier contemporáneo), no sé..., a Damien Hirst (por no hacer sangre), como un magnífico representante del Pequeño Arte de la Escultura; ya que el Arte no debe confundirse con el mercado del arte, que tiene más que ver con la Bolsa o la subasta de pescado que con lo primero. ¿Por qué es esto así? Tal vez, ayude saber que Miguel Ángel constituye uno de los últimos especímenes de su género. Aquel Renacimiento italiano parió lo mejor del Gran Arte y, poco después, coincidiendo con el cambio del calendario juliano al gregoriano, el conocimiento que lo sustentaba dejó de estar al alcance del pueblo, fué directamente prohibido su uso público y pasó a formar parte del patrimonio exclusivo de las Escuelas de Misterios, las Sociedades Secretas y la Masonería lo cual, por otro lado, como siempre había sido pero, ahora, velado para siempre del dominio público en cuanto a sus manifestaciones más populares, entró a formar parte de lo que llamamos Ciencias Ocultas u Ocultismo, conocimiento Hermético, Templario, etc. (Quien y porqué se promovió este cambio es algo que Uds deberían investigar más allá de las razones oficiales).
(*) Aviso: Wikipedia es una referencia fácil para todos, si bien sus contenidos no son nunca 100% fiables
Si damos un pequeño salto de disciplina a la arquitectura podemos ilustrarnos con algún otro ejemplo como la catedral de Notre Dame, en París como exponente del Gran Arte y cualquiera de las obras contemporáneas más célebres (da igual la que sea), como contrapunto. Es decir, actualmente existe una fractura abismal que separa el concepto de la ARQUITECTURA, asociada a lo primero y que podemos declarar extinta de la faz de la Tierra, de la arquitectura, esa absurda disciplina a la que nos dedicamos la mayoría de los arquitectos (los convencidos, por ignorancia, los que no, porque creemos que puede recuperar su sentido verdadero y, los demás, porque es lo que toca).
Por tanto, podemos afirmar que nuestros antepasados manejaban unos códigos que actualmente desconocemos y que resultan imprescindibles para transmutar lo Pequeño en Grande. La ausencia de dicho conocimiento convierte cualquier acto humano en banal, hablemos de Arquitectura, Política, Medicina u otra disciplina del ámbito humano. Si fué celosamente administrado inicialmente, con el fin de protegerlo de los peligros que entrañaba su mal uso, en la actualidad ha sido secuestrado y se usa únicamente para aquellos fines de los que se lo pretendía proteger, curioso destino. Sin embargo, se trata de un conocimiento positivo, un conocimiento natural y evolutivo, un conocimiento que nos empodera como seres humanos y que nos permitiría alcanzar un nivel de desarrollo parejo con la tecnología actual en otros campos. Este conocimiento se encuentra disperso y a la vista de todos en gran parte, si bien debe ser reunido y administrado de forma conveniente y eficaz. Sin embargo, en tanto esto ocurra no podemos limitarnos a obviarlo sino, al contrario, buscarlo, ponerlo en práctica y compartirlo para crear un fondo activo que presione para conseguir la salida a la luz pública de un cuerpo coherente y ordenado de información transmisible. Tenemos derecho a saber y debemos buscar las fuentes adecuadas. Es más, afirmo que la humanidad tiene derecho a disfrutar del Gran Arte y, consecuentemente, debe exigir este derecho naturalmente.
Veamos un nuevo ejemplo que tiene que ver con Egipto. Si bien hay magníficas pirámides en todos los rincones del planeta, las de Giza son de largo las más conocidas. Existe mucho de lo que aprender en estos lugares. Como se trata de ciencias empíricas, su conocimiento exige dos fases, una de búsqueda y recopilación de datos y otra de experimentación. Para muchas cuestiones, encontraremos maestros dispuestos a iniciarnos y que nos mostrarán los rudimentos básicos de diferentes disciplinas pero, en todo caso, la investigación personal y, sobre todo, la fase experimental son fundamentales. El aprendizaje siempre evoluciona en espiral, es decir, nos movemos en círculos desde la teoría a la experiencia y, con cada vuelta ascendemos un pequeño peldaño. Veamos algunas cosas que nos muestra la Gran Pirámide de Keops relacionadas con su multidimensionalidad y que, probablemente, sonarán a chino. En primer lugar, su posición geomagnética la vincula con el gran cristal de hierro del núcleo Terrestre, energía de primera dimensión pulsante en la frecuencia de Schumann. Su composición granítica, un material paramagnético procedente de las lejanas canteras de Asuán (similar al utilizado por Felipe II en El Escorial, no casualmente) sintoniza con la energía elemental de 2D por su origen ígneo y pertenece al Manto que conecta el núcleo con la corteza Terrestre. También interviene la fuerza y tecnología humanas aplicadas en su construcción, que corresponden a la energía de 3D o tercer campo dimensional. Seguidamente, la conciencia de 4D. La presencia en la gran pirámide puede alterar la conciencia ordinaria en algunos puntos, como la Cámara del Rey, curiosamente, construida con las mismas medidas áureas que la cámara que custodiaba el Arca de la Alianza en el Templo de Salomón, en Jeruralén, de donde sacaron tanta información (de la que nos interesa) los famosos caballeros Templarios. Es decir, actúa en un campo energético activo de cuarta dimensión asociado con la memoria y el inconsciente colectivo. Este espacio ocupa el equivalente virtual del centro de energía de un doble octaedro, cuya parte física emergente es la pirámide que conocemos como Keops y la parte etérica está bajo tierrra formando un conjunto complementario con la anterior. Se trata de una energía 5D asociada al amor divino o energía del corazón, necesaria para la transmutación de lo grosero en sutil y viceversa y funciona como una especie de embudo o colector. A continuación nos encontramos con la Forma de la pirámide, energía geométrica, ondas de forma de 6D. La resonancia de esta geometría está asociada con un sonido determinado que vibra en 7D, energía sónica. Su disposición en conjunto nos remite a la conexión del sistema solar con la Constelación de Orión y las Pléyades, energía de 8D, etc... Se trata solo de un comprimido ejemplo de la complejidad implícita en cierto tipo de construcciones y que afecta a todos sus niveles dimensionales, dado que cada uno trabaja con unas leyes diferentes pero todos en coherencia y conjuntamente con los demás para constituir una compleja maquinaria. No es necesario comprender, solo abrir la mente e intuir de qué se está hablando. (En principio, aclarar que los niveles dimensionales a que nos referimos no se identifican - al menos, literalmente - con las dimensiones espaciales adicionales que propone la Teoría de las Supercuerdas)
Eso sí, después de comprobar el nivel de conocimiento alcanzado por nuestros antepasados, solo podemos ponernos en una actitud de asombro y perplejidad y, como niños, humilde e inocentemente, tratar de absorber, por todos los medios a nuestro alcance, una pequeña parte del mismo. Lo que esto pone de relieve es que, en la actualidad, trabajamos únicamente en un plano de los múltiples existentes cuando, sin embargo, estamos afectados por lo que ocurre en todos ellos. Por tanto.
Corolario. El Gran Arte es un ARTE TOTAL
Eso sí, después de comprobar el nivel de conocimiento alcanzado por nuestros antepasados, solo podemos ponernos en una actitud de asombro y perplejidad y, como niños, humilde e inocentemente, tratar de absorber, por todos los medios a nuestro alcance, una pequeña parte del mismo. Lo que esto pone de relieve es que, en la actualidad, trabajamos únicamente en un plano de los múltiples existentes cuando, sin embargo, estamos afectados por lo que ocurre en todos ellos. Por tanto.
Corolario. El Gran Arte es un ARTE TOTAL
- Un arte total involucra los diferentes aspectos, campos o niveles de energía que intervienen en la acción artística, tanto gruesos como sutiles, integrándolos en un Todo.
- La Belleza puede definirse como una relación armónica de las partes que resuena en diferentes niveles dimensionales de forma simultánea.
- La expresión poética siempre se manifiesta de forma predominante en un nivel, pero actúa simultáneamente en todos los demás.
- El ser humano, así como todo en el universo, actúa y, por tanto, tiene existencia en todos los planos o niveles dimensionales que se relacionan, formando un sistema complejo de interacción entre lo más denso y lo más sutil.
- La totalidad es la danza de Dios. El objetivo del hombre es esta danza, a través de la cual, Dios se conoce a sí mismo.
Así pues, analicemos un poco más qué interviene en cada nivel dimensional para poder trabajar sobre ellos.
El primer nivel dimensional contiene lo mas denso. Digamos que su rango varía desde lo extremadamente denso hasta los infinitamente denso, el centro del toroide o agujero negro (aquí los astrofísicos ya pierden la pista). Es el pulso de la vida en el planeta y nuestro anclaje a la materia (anclaje del cuerpo físico). Todo lo denso es lento, por lo que se trata de una frecuencia de luz "lenta", digamos que su frecuencia natural es la denominada Resonancia de Schumann y tiene que ver con la forma en que percibimos el tiempo. Este ritmo debe ser considerado en nuestras actuaciones, ya que las frecuencias armónicas con ésta R.S. son favorables y las que no lo son, no (Recordemos que toda forma, genera una frecuencia propia).
El segundo nivel dimensional corresponde a lo que llamamos el mundo elemental, que actúa como resonador e intermediario de entre 1D y 3D. Es el reino de las formas de vida elementales, como virus y bacterias, su densidad varía desde lo normal a lo extremadamente denso y su expresión se materializa a través de las emisiones e inmisiones electromagnéticas que competen al mundo de la geobiología y son detectables mediante la radiestesia, arte zahorí, rabdomancia, etc. Es preciso manejar la forma en que esta energía se expresa en la superficie terrestre para evitar los puntos o zonas geopatógenas.
El tercer nivel dimensional es nuestro mundo conocido y donde interactuamos unos con otros, correspondiendo a lo que denominamos biosfera. Esta fina capa tiene una densidad media y permite el estado de los cuatro estados de la materia del agua, su elemento dominante. Esto es, sólido, líquido, gaseoso y plasmático. Es el mundo de las operaciones dominadas por la mente individual, egóica o inferior y, para la mayoría, el único que existe. Aquí interviene todo lo que tiene que ver con la energía de los materiales, debido a su composición e industrialización, sea naturales o artificiales, brutos o transformados, sostenibles o no. También tiene que ver con todo lo que tiene relación entre la superficie terrestre y el cosmos (o con las otras esferas o sistemas celestes), es decir, el clima, la rotación de la tierra, la influencia de la luna y el sol, los planetas interiores y exteriores, etc. Estos tres niveles corresponden a la parte físico-etérica que somos identificamos como el "mundo de las cosas materiales".
El cuarto nivel dimensional es ya un nivel sutil, si bien no menos importante, y corresponde a los símbolos y los arquetipos, el reino de la magia donde opera la mente o, como llamaba Jung, el inconsciente colectivo. Es de vital importancia contemplar conscientemente este campo y trabajar con sus influencias ya que él interactúa con nuestra vida seamos conscientes de ello o no y, a efectos operativos, es más práctico serlo que no serlo y, sobre todo, que ignorarlo. Se trata de un campo que no es material pero actúa definitivamente sobre la materia a través de nosotros y, por tanto, no siendo material actúa a modo de un tejido de enlace entre todo lo inmaterial y lo material.
El quinto nivel dimensional entra dentro de lo sutil pero muy próximo a la conciencia colectiva que desencadena en la materia del mundo tridimensional. Se trata del mundo emocional que actúa en los seres humanos a través del centro energético o chakra cardíaco, situado en el centro del cuerpo. Los niveles impares resuenan entre sí, de modo que el mundo emocional se puede considerar una abstracción del tridimensional que, a su vez, lo es del unidimensional. Es la forma de canalización de los niveles superiores hacia lo material. Un ejemplo de esto son las formas de acción psicosomática en el cuerpo y la manera en que traducimos estados emocionales en patologías. Debemos permanecer abiertos ya activos en este nivel para traer a nuestra vida lo mejor y más saludable para nosotros y los demás. Se trata de un mundo abstracto cuyo lenguaje no tiene expresión escrita o hablada, por lo que puede resultar difícil de asimilar como un concepto más. Podríamos llamarlo amor, pero no sería correcto, ya que esta energía permea todos los niveles dimensionales y su atributo más destacado es lo que los físicos denominan negantropía. También podríamos llamarlo creatividad, pero no será correcto porque la creatividad es un proceso o cadena y, sin embargo, la energía de 5D es esencial para la manifestación del acto creativo... Mejor lo dejamos así.
El sexto nivel dimensional nos será muy familiar a los arquitectos, ya que se trata del mundo geométrico, el mudo de las medidas o, mejor dicho, de las relaciones entre ellas. La geometría opera en un nivel sutíl de organización de patrones con tendencia a manifestarse y resuena directamente con el cuarto nivel dimensional, el mundo de los arquetipos y símbolos. Sin embargo, requiere del filtro emocional para llegar a esta capa y ser codificado. Ya hemos hablado de geometría anteriormente y lo haremos en el futuro.
El séptimo nivel dimensional corresponde al ámbito del sonido. Tal como indica el libro del Génesis "al principio fué el verbo" (aunque únicamente ne cierto modo). El sonido el la primera vibración y resuena con la energía de 5D (tal vez por ello nos conmueve la música). El sonido actúa directamente sobre el mundo geométrico generando patrones, formas y campos morfogenéticos. Por ejemplo, una variación en la vibración sónica modifica el patrón geométrico de una estructura, tal como nos muestra la ciencia cimática.
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Al mismo tiempo, cada geometría resuena con un sonido, por lo que hay sonidos creativos, que generan orden, y sonidos destructivos ó entrópicos.
El octavo nivel dimensional es la luz en estado ondulatorio, es decir, actúa a nivel cuántico en el reino de las posibilidades y resonará con el mundo geométrico a través del sonido. Podríamos decir que se trata del mundo cuántico elemental; fotones, gluones, electrones, gravitones y todos otros 'ones emanan de este nivel. Por ejemplo, una cierta corriente eléctrica aplicada con una frecuencia determinada al agua, produce un cierto sonido y puede actuar sobre el spín del electrón del átomo de hidrógeno haciéndolo rotar (cambiar geometría) de modo que su órbita se vuelve incompatible con la del oxígeno y produce una rotura de la molécula, que se descompone en 2H+O. Acabamos de describir un proceso de electrolisis de forma simplificada. Por tanto, luz, sonido, geometría, emoción, arquetipo, materalización, densificación, concentración es un proceso ineludible que debemos considerar en todos sus pasos.
Los niveles dimensionales continúan hacia arriba más y más, pero creo que ya tenemos suficiente con intentar domar estos caballos y hacerlos correr en la misma dirección de forma consciente. Si bien este espacio no da para mayores extensiones sí, al menos, sirve para mostrar lo diferente y compleja que es la realidad respecto a la información, simplista y poco favorable a los intereses humanos esenciales, que hemos recibido de nuestros educadores y que, incluso, nos atrevemos a transmitir a otros como dogmas de fe. ¿No os parece demencial?
Pero no nos vamos a despedir sin hablar del Pequeño Arte de la Arquitectura ¿Verdad? Los críticos de arquitectura de todos los tiempos, los profesores y catedráticos, los editores de libros y revistas de Arquitectura, las intocables vacas sagradas contemporáneas (con sus premios Pritzker bajo el brazo) de esta disciplina, todos sin excepción y no hablo ya del resto, buenos y malos arquitectos, todos ellos actúan en el restringido ámbito del pequeño arte de la Arquitectura, así, sin más, porque la arquitectura no se ocupa, desde hace unos 400 años de otra cosa.
Es cierto que hubo grandes sabios que conocían y practicaban en secreto con las leyes universales pero el acceso al conocimiento de transmisión oral limitaba mucho el poder abarcar y experimentar con los avances de otras culturas y civilizaciones y, además, quien se dedicaba a cultivar el conocimiento, no tenía tiempo para gastar en estos menesteres por lo que las grandes obras de la humanidad debemos atribuirlas exclusivamente a intervenciones foráneas, sean estas de forma directa o canalizada (No creo que a estas alturas del partido haya quien, al menos, no se cuestione cosas como el origen de los círculos de las cosechas en Inglaterra y otras partes del mundo, por ejemplo). El asunto fundamental respecto al flujo de la información es que, en la actualidad como nunca antes en la historia de la humanidad, disponemos a través de Internet de toda (prácticamente) la información elaborada por el hombre, directa o indirectamente, canalizada o aprendida, falsa o veraz, pero disponible para cualquiera. El conocimiento oculto sigue siéndolo, pero más en el sentido iniciático que en el de disponibilidad de información, digamos, exclusiva. Es decir, hay Maestres o "enseñadores" que conducen a sus adeptos por el camino del conocimiento, si bien esta opción limita tremendamente la libertad del aprendiz para elegir su propio camino y no se encuentra al alcance de todo el mundo. Por contra ¿cómo podemos navegar en esta marea de información indiferenciada y poder discriminar lo que es interesante o necesario para nosotros? Hay que tener en cuenta que cada individuo es diferente y, por tanto, sus necesidades, también. Bueno, la respuesta es que todos tenemos un Maestro interior que sabe exactamente lo que necesitamos y cómo conseguirlo. Solo hay que despertarlo, ese es el problema. Pero, para ello sí existen infinidad de facilitadores a disposición del público general. A medida que el ser humano desarrolla su conciencia, empieza a sintonizar con la información que es afín a él y el universo conspira a su lado a fin de atraer lo necesario. Hay que entender dos cosas, primero, que lo necesario no siempre suele coincidir con lo deseado, ya que el deseo es algo ajeno a la conciencia y, segundo, que el camino es progresivo, se trata de un proceso y no de una puerta que atravesamos a voluntad (aunque bien podría ser así para ciertas personas).
Si observamos cualquier obra contemporánea o de vanguardia, nos daremos cuenta que adolece de multitud de defectos, aunque se trate de "original", "inspirador", "dinámico", "fluido", "puro", "impactante", "funcional" y otros adjetivos similares que se emplean para vestir lo que es vacío en realidad, pues el fin último de la arquitectura, enunciado como primer y único criterio a considerar y que reza así. Si el entorno humano resultante de la actividad arquitectónica es favorable, entonces, la arquitectura es buena, es una condición que no se cumple en cuanto empezamos a considerar el análisis multidimensional. ¡Bueno! Esto representa una gran oportunidad para ser pioneros de esta disciplina ¿no es cierto? ¡Deberíamos empezar hoy mismo!
Por tanto, entendamos el Gran Arte como aquél que persigue la verdad total. Parafraseando a Jodorowski - No podemos alcanzar la verdad, pero podemos aproximarnos a ella a través de la belleza - La belleza puede ser un concepto muy práctico y utilitario y, digamos, cotidiano. No es necesario sublimarla sino aplicarnos conscientemente y con plena atención a su persecución. Pero no existe la belleza sin armonía interdimensional y esa es la razón de que la Arquitectura Contemporánea sea ajena a la Belleza y, consecuentemente, al concepto de Gran Arte o arte total, cuya práctica tiene más que ver con la intención, la curiosidad y los medios que ponemos en juego que con lo sublime.
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