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jueves, 11 de junio de 2015

FORMACIÓN EN ARQUITECTURA INTEGRATIVA

El auge creciente de los procedimeintos y técnicas de bioconstrucción, así como el interés que despierta en técnicos y arquitectos, no se encuentra acompañado, por regla general y bajo mi punto de vista, de una adecuada orientación acerca de las implicaciones y conocimientos necesarios para que estas técnicas puedan ser llevadas a su aplicación de la forma más exitosa y eficiente posible. 

No cabe duda que una técnica de bioconstrucción es más sostenible y ecológica que cualquier construcción industrializada, del mismo modo que también ha de tener una mayor eficiencia energética y resultar más ventajosa económicamente, además de resultar técnicamente sencilla y, por tanto, permitir ser realizada con menos medios y conocimientos técnicos. Es decir, quede claro que cualquier tipo de bioconstrucción es siempre ventajosa, en este sentido. Sin embargo, debido al origen tradicional de las técnicas utilizadas, existen dos efectos negativos. En primer lugar, se trata de técnicas altamente especializadas, digamos que son monotemáticas, y no suelen combinarse entre sí, lo cual impide que puedan ser adaptadas y mejoradas mediante la fusión de conceptos y técnicas en cada aplicación y caso concreto. Todas ellas presentan ventajas y desventajas y sería recomendable poder utilizar lo mejor de cada una y saber discriminar cuándo y cómo debe hacerse. Por otro lado, al tratarse de conocimientos tradicionales, muchas veces se distancian de los conocimientos técnicos ó los principios que las animan ó justifican y tienden a aplicarse indiscriminada, extemporánea y literalmente en ocasiones en que existen altenativas y serían recomendables algunas adaptaciones para mejorar el resultado. Por último, la ausencia de fundamentos técnicos, en muchos casos, lleva a que algunos problemas comunes de la construcción puedan ser soslayados o pasados por alto y acarreen consecuencias de difícil enmienda, cuando se alteran los patrones básicos por cualquier motivo. Por tanto, sería deseable que un buen bioconstructor dispusiera de una serie de fundamentos técnicos de construcción y de un abanico de diferentes técnicas para adaptar y resolver con éxito cada caso y aplicación concreta, no ciñéndose a un modelo único. Este mestizaje dará como resultado una variedad y riqueza de matices al producto final, así como alternativas suficientes al diseño sin, por ello, alejarnos del purismo de la bioconstrucción.

(*) Ejemplo de ejecución que desconecta el edificio del terreno al introducir un material aislante.

Otro aspecto importante es la necesaria consideración de lo que representa una intervención arquitectónica, en cuanto acción material de transformación de la naturaleza existente. En este caso, se limitan a una mínima parte aquellas iniciativas que consideran los efectos de la construcción sobre el lugar y los del lugar sobre la construcción. Cuando llegamos a un emplazamiento a construir debemos actuar con prudencia y respeto, ya que la naturaleza, por si misma, ha establecido previamente en este sitio un orden de las cosas y unas reglas de intercambio de energía entre todo lo que allí existe, así como una relación entre lo que hay por encima de nuestras cabezas y por debajo de nuestros pies. Cuando, por ignorancia congénita, llegamos y actuamos de forma inconsciente alterando estas condiciones, como un elefante en una cacharrería, producimos una distorsión energética poco halagüeña. Si, además, no hemos considerado las posibles influencias nocivas o geopáticas de ciertos aspectos del lugar, estaremos actuando como auténticos necios y únicamente la casualidad, como en el caso de una lotería, podrá evitar la comisión de errores graves que perjudiquen, en mayor o menor grado, a los habitantes o usuarios futuros de la construcción y al propio edificio. En este caso, la seridad del asunto es de tal calibre que merece ser considerada la necesidad de, al menos, disponer de una batería de conocimientos que nos eviten caer en errores de bulto.


Como no existe una ciencia que abarque el conjunto de aspectos que influyen en la disciplina arquitectónica, debemos dedicarnos a la ardua labor de investigación, cuestionando cualquier apriorismo en sí mismo y buscando la relación subyacente al complejo entramado de causas y efectos, entendiendo que, como todo en el universo, existe una causa primera cuya verdad esencial es lo suficientemente brillante como para iluminar el camino y permitir deshacer la madeja desde la luz original hasta la oscura densidad de la materia. A partir de aquí y sin ninguna pretensión de exclusividad sobre el dominio de la verdad, hemos seguido el camino que otros anduvieron antes, recogiendo las perlas que nos dejaron, muchas veces rodeadas de gran misterio pero siempre a la vista, para poder crear un cuerpo ordenado, secuencial y coherente de conocimientos y buenas prácticas que nos permitan entender y dar sentido a lo que hacemos. Aquellos que vibren con estas palabras pueden optar por iniciar este camino que ahora presentamos y hacerlo suyo, para mayor gloria del Arquitecto Supremo.

CURSOS DE VERANO 2015


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martes, 9 de junio de 2015

TRATAMIENTO DE LAS HUMEDADES

La finalidad de este blog es aportar puntos de reflexión sobre temas asociados a la arquitectura integrativa y no propiamente la resolución técnica de aspectos concretos de la construcción. Existen multitud de espacios y documentación en la web que se ocupan de estos detalles con carácter específico. Sin embargo, este es un tema crucial en todo tipo de construcción y existe cierta confusión (en muchos casos desacierto) en cuanto a  las soluciones a aplicar, por lo que voy a ofreceros mi punto de vista, tanto técnico como conceptual.


La función principal de una edificación es proporcionar cobijo y confort a sus ocupantes. Aunque ambas cuestiones están relacionadas íntimamente, podemos entender que se deben aplicar en riguroso orden como antecede. Respecto a lo primero, la protección de los agentes externos es la esencia de cuantas soluciones debemos plantearnos. En este sentido, las humedades han sido siempre uno de los problemas que más quebraderos de cabeza proporciona a técnicos y usuarios pues, una vez que aparecen, no suelen ser fáciles de eliminar. Por esta razón debemos poner especial cuidado en prevenir la filtración de aguas y en situarnos sobre corrientes subterráneas. Este último caso afecta a las condiciones de confort y lo explicaremos más tarde.


La filtración de aguas puede proceder del exterior o del interior de la edificación. 

Cuando se trata de filtraciones interiores, suele tener su origen en una avería o rotura de los conductos de la instalación de distribución o de los de desagüe y saneamiento. Cuando no hay causa externa que lo justifique, deberán revisarse, en primer lugar, las juntas, codos y vávulas ya que una mala soldadura o ajuste pueden ser los causantes. Para evitar problemas y facilitar las reperaciones es conveniente que estas instalaciones sean, en la medida de lo posible, accesibles en todo momento, disponiendo de paredes técnicas registrables, en el caso de la instalación de abastecimiento, y procurando sacar el saneamiento de la zona habitable hacia el exterior ó utilizando forjados sanitarios registrables en los locales húmedos, en otro caso. También es recomendable, si no podemos hacer un forjado sanitario, crear una especie de arqueta de dimensiones sificientes para que aloje el saneamiento y éste sea accesible. Con estas precauciones evitaremos muchos problemas posteriores. No interesa ahorrar en este aspecto, os lo aseguro.


Otro caso de humedades internas son las producidas por condensación que se evitan disponiendo una adecuada ventilación de los locales donde se produce vapor, sean locales húmedos o no, ya que la propia respiración produce una saturación de agua en la atmósfera interior de los locales. Evitar pinturas y materiales impermeables cuando no es rigurosamente imprescindible, como en ciertos paramentos de baños y cocinas, es necesario.

Finalmente, evitar las aguas que azotan los paramentos verticales en caso de lluvia, es fácil diseñando los voladizos de cubierta de forma adecuada y disponiendo un zócalo en la base del muro con una impermeabilización entre este y el muro, que debe ser natural y no interrumpir la conductividad eléctrica del mismo en sentido vertical.


Por otra parte, cuando se trata de aguas externas, bien por nivel freático o en forma de humedades ocasionales relacionadas con la climatología, el problema hay que plantearlo de otra manera y en esto debemos ser radicales y claros. O bien alejamos la edificación de las aguas, si las conocemos de antemano y podemos hacerlo, o bien alejamos las aguas de la edificación. Se trata de un divorcio necesario. No queremos que esta relación contamine nuestra existencia y, si no lo evitamos, arrastraremos su fantasma de por vida. 


Es muy común recurrir a la impermeabilización de muros, cimientos y soleras con productos de base sintética o imprimaciones bituminosas ó asfáticas para evitar que las humedades asciendan desde el terreno y se filtren al interior de la edificación. Ahora veamos una cuestión comunmente desconocida, u obviada simplemente. Uno de los puntos fuertes de una edificación saludable es su conexión a tierra. 
  • Los muros y pavimentos deben estar conectados al terreno necesariamente, de dónde absorben iones negativos que necesita nuestro organismo biológico para neutralizar los radicales libres.
Todo producto impermeabilizante sintético es comunmente un buen aislante eléctrico. Por tanto, UNA MALA SOLUCIÓN por cuanto no transpira e interrumpe la continuidad de los muros o secciona la conexión a tierra del edificio. No podremos hacer un edificio saludable si lo aislamos del terreno, por lo que debemos buscar soluciones alternativas y no dudar un momento en evitar las anteriores, a lo que tendemos por pura comodidad. Es decir, aguas no pero conexión a tierra si, imprescindible. Para encontrar una solución adecuada hay que entender cómo funciona el mecanismo de la humedad, que es muy sencillo. El agua que circula de forma libre está sometido a la ley de la gravedad, es decir, siempre irá del punto más alto al más bajo y nunca al revés. El agua que satura un terreno con un alto componente de elementos finos puede ascender por capilaridad, ya que la parte seca de cualquier material poroso, como el mortero, el adobe o los materiales cerámicos, absorbe la humedad como un terrón de azúcar. Estos dos casos hay que tratarlos por separado pero teniendo en cuenta que necesitamos mantener el edificio conectado a tierra.
 Detalle de una solución habitual que corta la conexión a tierra.
En el primer caso, las humedades son manejables, ya que basta con alejarlas de la vertical de los cerramientos mediante un buen sistema de drenaje perimetral cerrado y contínuo con ligera pendiente. La cara exterior de los muros bajo el nivel del terreno debe quedar, asimismo, seca (en este caso, una lámina drenante y grava entre muro y terreno no afectan a la conexión a tierra, que se produce por la parte inferior). En el segundo caso es dónde radican la mayoría de los problemas, ya que debemos evitar que asciendan las aguas por capilaridad y, para ello, tenemos que introducir una capa de aire entre el terreno húmedo y los muros, a la vez que mantenemos su conductividad. Esto, a nivel de cimentación, se puede lograr interponiendo una capa de árido de diferente granulometría pero sin finos (gravas sin arena fina o tierra) que permita un buen asentamiento pero impida que ascienda el agua, ya que esta tenderá a circular libremente por gravedad. Este sistema debe estar conectado al de drenaje perimetral que, lógicamente, ha de circular a un nivel inferior para captar el agua y evacuarla convenientemente.

Otra cuestión física a tener en cuenta en la absorción de humedades por capilaridad es que ésta se vé favorecida por la diferencia de potencial eléctrico entre la parte seca o electropositiva y la parte húmeda de la tierra que es electronegativa, lo cual genera un flujo de electrones en forma de corriente eléctrica que acompaña a la humedad, como buena conductora que es. Para atajar este efecto podemos hacer dos cosas.

Primero. Crear una barrera equipotencial mediante introducción de una línea de material conductor eléctrico, como hilo de cobre desnudo (puede ser fino, ya que no lleva tensión importante). Para ello disponemos dos hileras horizontales de taladros de unos 10 cm de profundidad en la base del muro, una a nivel del pavimento y otra a unos 50 centímetros por encima de ella. Creamos un circuito en zig-zag, en forma de cosido, con el hilo de cobre que debe quedar introducido en los taladros que hemos creado y éstos sellados con mortero. Porteriormente, se revoca el muro, dejando el circuito en su interior. Con esta solución, equilibramos el potencial eléctrico entre la parte superior del muro y la que está en contacto con el terreno. Si se trata de un muro grueso que da a dos habitaciones, hay que realizar la operación por ambas caras.

 (*) El principio es correcto, pero... ¿qué pensais de la solución?

Segundo. Ventilación interior. Cuando esto sea posible, introducir una serie de taladros, piezas cerámicas abiertas (sin reducir notablemente la capacidad portante del muro) ó un circuito lineal de ventilación en el interior del muro, por donde pueda circular aire de forma dinámica, contínua y natural (aprovechando la termodinámica, por ejemplo). Esta solución, directamente, absorbe la humedad y reduce la tensión superficial que hace que el agua ascienda. Funciona como un aspirador de humedad, pero debe estár bien diseñado. Un aspecto interesante es que este aire, no sólo aspira la humedad sino que, por un principio físico de cambio de fase, el aire húmedo sale refrigerado ya que el proceso de cambio de agua líquida a gas que se produce en la evaporación consume gran cantidad de energía y esta la toma del aire en forma de calor, enfriándolo. Es decir, tenemos un aire acondicionado natural que podemos utilizar (o no) a conveniencia, adecuadamente conducido.

En cualquier caso, la forma de evitar la absorcion de humedad del cimiento al muro y de este al interior se evitará siempre que la solución constructiva resuelva adecuadamente que el apoyo sea siempre seco, a través de un material drenante intermedio, en lugar de apoyarse directamente sobre el terreno y, caso de esto ser necesario, disponer de un sistema de drenaje perimetral adecuado que retenga el nivel de agua por debajo del nivel de apoyo del edificio. Quien evita los problemas, no tiene que resolverlos después.

(*) Ante la duda, un técnico debería asesorar en estos temas.

En relación con la afección por aguas subterráneas, aunque estas no constituyen una patología por humedades propiamente dicha, sí son geopatógenas en el sentido de provocar alteraciones bioenergéticas muy poco saludables. Las aguas subterráneas han sido un elemento a evitar en toda la historia de la arquitectura, conscientes o no de los motivos "técnicos", y es algo que permanece aún en la tradición popular de la construcción. En la geomancia china eran (y son) denominadas "venas de dragón", lo cual nos sitúa directamente sobre la naturaleza telúrica de su actividad. Lo cierto es que las aguas subterráneas en circulación producen un campo electromagnética activa debido al flujo de electrones entre el agua y los diferentes materiales con que entra en contacto, efecto que es más acusado en los bordes exteriores de la corriente y en el centro de la misma. Este efecto tiene la facultad de interferir con otros campos geomagnéticos incrementando sus efectos nocivos, tal como ocurre con las redes Hartmann y Curry. Es decir, se produce un efecto acumulativo perjudicial que es necesario evitar cuando diseñamos un edificio y, para evitarlo, primero hay que detactarlo. El radiestesista es la persona adecuada para ayudarnos en esta tarea, si bien casi cualquier persona tiene sensibilidad radiestésica suficiente para detectar aguas subterráneas y es cuestión de práctica el que alcancemos seguridad en esta tarea.