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martes, 12 de marzo de 2013

DEL NEOLIBERALISMO A LA ECONOMÍA SAGRADA

Recientemente, he recibido un escrito remitido por un amigo, que firma como Ulises Libre, en que plantea cuestiones muy dignas de consideración y pienso que, también, un  aspecto más a incorporar al concepto de ARQUITECTURA INTEGRATIVA

Para contextualizar su propuesta, nada mejor que analizar paralelamente la situación actual, la cual resumo inspirado en un texto de Arturo Ponce de León y Ninón Fergoso, psicoterapéuta norteamericana afincada en Méjico y experta en psicogeometría.



Básicamente, el sistema económico mundial se fundamenta en el neoliberalismo diseñado por el economista Milton Friedman, cuyas tesis fueron impulsadas definitivamente por Inglaterra y los EEUU, hace unos treinta años, con el fin de crear una economía global. Lo más importante de la implantación de este sistema no son las consecuencias económicas, tan desequilibrantes y nefastas que padecemos, sino los efectos psicológicos que ha conseguido consolidar en la población mundial, unos efectos devastadores para la necesaria evolución del ser humano. No se trata, por tanto, de hacer un análisis de la distribución de los recursos y el dinero en el mundo, algo que tanto alimenta las teorías de la conspiración, con mucho fundamento por cierto, sino de ser capaces de ver el tipo de ser humano que deviene de este sistema económico y financiero mundial.

La primera y más inmediata consecuencia es que el sujeto se convierte en objeto de consumo y sólo es útil al sistema en tanto que consumidor, nada más.



Psicológicamente, el neoliberalismo busca como fin último reducir todos los elementos de la realidad, tanto objetiva como subjetiva, a productos. Productos de consumo o de desecho. Este gran Teatro del mundo le ofrece a sus consumidores o productores de elementos de consumo la estrecha y única decisión posible: adquirir o rechazar el producto.
...

El neoliberalismo está enfocado en la acumulación de capital, y en esta acumulación contribuyen tanto los que tienen bienes como los que no. No se trata de guerra de "buenos" contra "malos" sino que este proceso que vive la humanidad es simplemente lo opuesto a la ley natural de la vida, donde entre más se distribuye de forma ordenada más abundancia de recursos existen.


Finalmente, esta situación no nos ha sido impuesta sino que se nos ha vendido y la hemos aceptado como un caballo de Troya, de modo que ahora nos devora por dentro. Pero, hay algo muy importante a tener en cuenta, este sistema no se sostiene por sí solo sino que requiere apoyo continuo por nuestra parte, apoyo masivo, pues en el fondo es sumamente sensible y frágil. Por tanto, nos guste o no, este sistema lo sostenemos nosotros, lo alimentamos continuamente con cada cosa que hacemos y en la forma de relacionarnos con los demás. La ilusión se impone sobre lo real buscando hacer del consumo y los valores de competencia el becerro de oro de nuestra cultura. La nueva religión del hedonismo, utilitarismo, visión cortoplacista, individualismo consumista, deja desprovisto al ser humano de metas a largo plazo, el sujeto siente así que no pertenece al mundo y estos recursos, lejos de proveerle un sentido a la vida, lo dejan más vacío de significado. La pregunta es.

¿Por qué seguir apoyando un sistema que nos destruye como personas, no aporta ningún beneficio permanente, genera conflictos por doquier, acaba con los recursos del planeta y nunca será capaz de hacernos felices?

Economía Sagrada

del humano social a l@ human@ planetari@

La economía sagrada es una disciplina multidimensional que tiene en cuenta, no solo los intercambios en el plano físico, sino también los que se producen constantemente en otros como el emocional y el mental. El flujo de materia y energía o, dicho de otro modo, de bienes y servicios, no se limita al espacio sensorial y al dinero, sino que abarca los vínculos afectivos, el inconsciente colectivo y la atmósfera sutil del planeta. Por lo tanto, toda economía que no tenga en cuenta los niveles superiores está condenada al fracaso por la limitación que conlleva su falta de perspectiva.

La economía sagrada incluye, no solamente a la sociedad humana, sino también a todo el planeta. Esto significa, no solo usar sus recursos y contaminar sus espacios, sino respetar sus leyes. Respetar las leyes de la naturaleza significa experimentar con leyes universales que rigen los otros planos de la existencia material. Principios extraídos de la espiritualidad como la famosa frase “lo que das, lo recibes” deben ser incorporados a la economía sagrada y ser la base de una concepción acorde con la demanda actual.


La economía sagrada investiga también la economía interna de las personas, es decir, su sistema energético en relación con su organismo físico. Si hay equilibrio entre los diferentes niveles mencionados, la aportación personal a la red económica global ayudará a enriquecerse al planeta. Esto significa que si cada individuo encuentra un estilo de vida acorde con su alma, beneficiará a la cuenta planetaria aunque su rendimiento en términos de economía convencional no sea de tanto valor. Por contra, alguien que odia su trabajo y su personalidad en general, estará proyectando su estado interno mediante comportamientos destructivos para con ella misma y para con todo su entorno.

El mecanismo inconsciente que causa esta actitud depende directamente de la culpa que sentimos por trabajar en empleos que no aceptaríamos si antes afrontáramos el miedo a carecer de lo necesario para sobrevivir. Por mucho que rindamos en un puesto de trabajo y por muy grande que sea la nómina, si el propósito es egocéntrico y lo que estamos emitiendo sutilmente es una baja vibración, significará un mal negocio tanto para el planeta como para nosotros. Tener necesidades materiales no es una maldición. Si no bendecimos nuestro cuerpo sentiremos ganas de vengarnos de él, creyéndole culpable de las decisiones erróneas que tomamos víctimas del miedo de perderlo.


Nada es gratuito en la naturaleza. A toda acción le sigue una reacción, una reciprocidad. Es importante tomar conciencia de qué estoy ofreciendo, con qué actitud lo estoy haciendo, cómo lo está recibiendo el exterior y de qué manera me lo está devolviendo. Dar incondicionalmente es dar sin esperar nada a cambio, pero esto no significa que se no deba poner atención en sus efectos y en su retroalimentación. La responsabilidad de todas las personas que acuerdan un intercambio o una donación es asegurarse que el bien o el servicio que es objeto de transacción beneficie, no solo a ellos, sino también al conjunto.


Todos los objetos que se guardan en casa sin usar representan una carga energética para su dueño, un peso muerto para su custodio oficial, por eso son tan convenientes los mercadillos de trueque y las gratiferias. Un buen Feng-shui mantiene la energía en circulación. De la misma manera, las creencias éticas que no se llevan con coherencia a la práctica representan energéticamente un desgaste mental, porque si no hay integración entre mente y cuerpo no puede haber sinergia interna. En su lugar, habrá un gasto energético para mantener las creencias verdaderas controladas por las falsas y así evitar que hagan “perder” la cabeza a alguien y le de por ser honesto.


Estos procesos mentales invisibles, y los vínculos entre las personas y su patrimonio, tienen una influencia directa y enorme en la economía general del planeta. Por ejemplo, en el caso de España, hay 2 millones de casas vacías y, por otra parte, 400 mil desahuciados. Toda la energía y los materiales que el planeta ha aportado al boom inmobiliario, ahora, ni se usan por sus dueños legales en el primer caso, ni en el segundo se permite legalmente que la gente que sí las usaba continue haciéndolo. Esto significa un derroche que está siendo devuelto por el universo en forma de crisis, haciendo justicia a lo que se le dio. El cumplimiento de esta ley no admite excepciones. Por lo tanto, entenderla, experimentarla y comprobar que funciona es una guía imprescindible para salir de la crisis gracias al descubrimiernto de sus causas profundas.


Otro bloqueo energético importante lo representan las fronteras estatales de los países, que sí permiten el paso de mercancías y de flujo financiero y, sin embargo, no hacen lo mismo con los inmigrantes o los emigrantes. Esto aumenta la desigualdad entre ricos y pobres con el consiguiente aumento del estres social. Este estres social redunda en un gasto energético que no se tiene en cuenta en el cálculo anual del nivel de vida de cada nación. No es parte de la lista de indicadores sociales y por eso las cuentas no salen. La intervención holística de la tesorería planetaria es urgente. El desajuste que esto implica es gigantesco, de proporciones apocalípticas, y la tensión que genera este desequilibrio afecta a la salud del planeta de forma evidente. La globalización es una grave enfermedad social, un cáncer que se extiende sin que aportemos una base teórica lo sufientemente sólida como hacer el cambio de paradigma que está demandando a gritos cada átomo de nuestro cuerpo.

Es fundamental que dejemos de creer en las leyes humanas, en las leyes de la sociedad, y pasemos a poner en práctica otras más abarcantes. No creer no significa estar en contra o violar sistemáticamente su funcionamiento. Significa reconocer las leyes superiores, las que no solo funcionan en el plano físico, y usar las leyes inferiores en beneficio del plan evolutivo del planeta. Dejar de creer en las leyes humanas significa empoderamiento, significa relaciones sin autoritarismo ni sumisión, significa dejar de obedecer y no mantener relaciones que no estén basadas en la enseñanza y aprendizaje de talentos reales y en la jerarquía natural sin privilegios. El proceso de la economía sagrada tiene en cuenta también el equilibrio yin-yang de las energías femeninas y masculinas. Actualmente, el machismo sigue predonimando en las relaciones y esto significa que una parte del cerebro, la izquierda, está dominando a la derecha. Dominar implica luchar, y luchar conlleva un gasto de energía. Todos sabemos la diferencia que hay entre trabajar dentro de un equipo humano que se lleva bien y hacerlo en otro donde las rencillas hacen imposible el trato. Energéticamente la diferencia es abismal.

Somos parte de un sistema, no estamos separados del resto del planeta. Nuestros estados internos son parte del ecosistema. La energía que emitimos con nuestros pensamientos es parte del planeta e influye en cada una de sus células. El nivel físico, el emocional y el mental están completamente unidos, aunque esto no se vea con los ojos físicos. El enfoque sistémico es esencial si queremos pasar de un concepto esclavista de la economía a otro liberador. El orden, que es otra parte del Feng-shui, significa que las personas más capacitadas por su calidad humana deben ocupar las funciones de mayor rango de influencia.


Energéticamente hablando es importante que las ciudadanos se sientan representados por los políticos. Debido al gran abstencionismo y a las leyes electorales, un partido que ha sido votado por el 25% de la población total está decidiendo el futuro del otro 75%. Esta descompensación merma en la misma proporción la motivación de los individuos para implicarse en los planes generales. La sensación de pertenencia y de formar parte de una comunidad se convierte en una lucha por demostrar que en las próximas elecciones se debe cambiar de gobierno. Esto resta la capacidad de cada ser humano de recibir energía de alta vibración y aportarla a la colectividad. (*) Juegos de guerra.

La economía sagrada, finalmente, se basa en la riqueza interior de los seres humanos. Para tomar conciencia de los recursos que están a nuestra disposición por el mero hecho de nacer, debemos transformar todos los personajes y todas las creencias falsas que forman parte del legado pedagójico que hemos heredado hasta dejar sitio para que nuestro auténtico ser ocupe el espacio que le corresponde. Mientras pretendamos ser ricos a través de una personalidad pobre en valores humanos seguiremos desperdiciando un tesoro que no depende de cómo sea la situación económica exterior.

El error está en nuestra ignorancia sobre la fuente de la pobreza y en nuestra desidia para realizar el trabajo de purificación interna que, a modo de piedra filosofal, descubra alquímicamente el oro que ha sido expulsado al fondo de nuestros corazones mediante un sistema educativo hecho a la medida del paradigma que arruina al planeta. El empoderamiento también significa dejar de esperar la solución de las instituciones y de la cultura dominante. Solo puede haber economía alternativa y sostenible entre l@s pioner@s que compartan esta tipo de riqueza y sepan traducirla en proyectos y redes orientadas a manifestarla en la vida cotidiana mediante todo tipo de iniciativas.


Libre - 24 de noviembre de 2012 en Valdepiélagos (Madrid)








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